El acróbata y el trapecio...

... saben, mis pequeños pitufitos, realmente no puedo decir que me cayera bien Steve Irwin el Cazador de Cocodrilos... de hecho en el par de programas que le ví me pareció bastante pesado, aunque le reconozco que sabía cómo hacer que uno se interesara en las criaturas... pero, caramba, aguijoneado por una mantarraya...

...cuando ya saben quién sigue respirando...

Decía uno de mis maestros en aquélla universidad cuyo nombre es onomatopéyico de guácara que el acróbata jamás muere en el trapecio, y sin afán de comparar, Houdini sobrevivió a mil escapes (arreglados, pero escapes al fin) para morir por un estallamiento de vísceras de lo más estúpido, cuando alguien lo golpeó para comprobar que podía soportar cualquier golpe en el estómago, antes de que tuviera tiempo de endurecer los músculos... Evel Kneivel (búsquenlo en la Enciclopedia Prehistórica) se hizo pedazos cincuenta veces al aterrizar de su motocicleta, y se retiró como si nada... Jacques Costeau no quedó ni entre tiburones, ni arrastrado por corrientes ni en una descompresión... por regla general, los que desafían el peligro se van de formas muy prosaicas.

En fin.

Ya hay una grieta en la armadura indestructible de ya saben quién: ya dijo que su movimiento podría fracasar... con eso basta. A partir de aquí, el resto es de bajada. Y me dicen que los maravillosos trucos de la TV disfrazan el hecho de que sus famosas asambleas están casi vacías.

¿Saben cuánto tiempo se lleva dibujar un árbol de 4 x 2 metros? Yo sí... y faltan cinco...

En fin, seguimos trabajando.

Eso es.