Cosas que se arrastran...

Ok, uno más y ya:

¿Por qué a ya-saben-quién le dicen el Whiskas?

Porque ocho de cada diez gatos lo prefieren.

Hoy llegó de paso uno de los primos del otro lado del Río Bravo, recién casado y rumbo a su luna de miel... espero que no aplique la ley del hermano brincado con los primos, porque ya todos se me están casando... de hecho, van como diez casados... caramba... bueno, ya hasta divorciados de más de una vez.

Todo trabajo estos días, mezclado con esas extrañas criaturas, las juntas de trabajo, en las que en el transcurso de diez minutos se pueden discutir la Patagonia, Tlajomulco, el número de asientos de un Mercedes, chilaquiles y Ronaldinho, y todo tenía aplicación a la misión en turno... los directores de cine son una expecie fascinante, todos tienen tapizadas sus oficinas con reliquias inimaginables, que uno jamás hubiera creído que podrían existir, o que no deberían existir... Toño Urrutia tiene desde un caballo de Troya hasta luchadores en todas las poses y variantes... el amigo de hoy tiene una piñata de papel maché de Darth Vader frente a un minigodzilla... No logro ni imaginarme cómo será la oficina de Memo del Toro.

Este asunto con España me recuerda el mundial del 82, que fue el primero del que tuve algún conocimiento de causa, sin bien escaso interés... era mi primer o segundo año de primaria, y Maria Luisa la novicia volvió de España trayéndome un llavero del Naranjito que era la mascota. Aún debe estar ahí. Y no, no recuerdo quién era Maria Luisa la novicia, sólo recuerdo el hecho.

Estoy desvariando cuando debería estar trabajando...

Eso es.