Era de esperarse...

En aquélla agencia de cuyo nombre no quiero acordarme, había una escena coreografiada después de los tres meses a prueba (con sueldo mínimo si tenían suerte, sin sueldo si eran de la mayoría):

El esclavo en cierne lograba por fin acorralar al jefe después de semanas de intentos infructuosos, y se armaba de valor para recordarle que ya se había cumplido el período de prueba, y que no era por molestar, pero que él había hecho el compromiso de que una vez terminado ese período, iba a recibir un salario normal, descanso dominical, dos pagas mes de vacaciones y una pensión tras la jubilación.

A lo que el jefe invariablemente respondía: sí, y estamos muy contentos con tu trabajo, nada más déjame hacer cuentas para ver qué te puedo ofrecer.

O: Mira, por el momento no te puedo ofrecer más, pero espérate nada más que nos den la cuenta x y te resuelvo, sigue echándole ganas.

O mi favorita, la mano a la altura de su cara de pie ante el escritorio y decía: tengo así de currículums de gente que quiere ocupar tu puesto.

En otras palabras, a menos que fueras un cruce de Buda, Brad Pitt, Caravaggio y Roger Penrose, eras desechable, y podías hacerle como quisieras.

Que me parece que es exactamente lo que está ocurriendo con la negativa del Gringocongreso de legalizar doce millones de indocumentados... disculpen si suena ingrato, pero saben que necesitan los trabajos y no se van a ir. O que por si providencia se unifican y se van, van a llegar más a sustituirlos. Así que el jefe siempre lleva las de ganar, a cualquier escala. En ningún momento se va a quedar sin servicio, al contrario, siempre va a tener más ofertas que vacantes.

Por alguna razón, pienso en cavernícolas manejando un mundo evolucionado...

Eso es.