OK...
...excelente punto el que hace E.V. Ciertamente, nadie tiene por qué cargar con mi neurosis laboral o fiscal. Lo que me pone en un cierto dilema, ya que la mayor parte de mis aventuras son laborales o fiscales...
De acuerdo. Larry Niven.
El 99% de ustedes no han oído ese nombre. Tampoco tendrían por qué, a menos que sean de los que asaltaban la sección de novelas de la biblioteca cuando tenían un par de horas entre diseño y antropología filosófica (la que hasta la fecha sigue siendo mi canción de cuna favorita, sólo escuchar el término me pone en coma)... en fin, Larry Niven es uno de los más grandes escritores de ciencia ficción (y casi de cualquier tema) que ha habido, no sólo por ser aficionado a jugar con grandes ideas, sino porque tiene la loca idea de que la tecnología es buena y que bien utilizada puede salvar a la humanidad. Igual escribe sobre imperios galácticos a miles de años luz que especula sobre la vida sexual de Superman (y ese artículo, donde considera desde la potencia de los músculos kriptonianos hasta el hecho de que los espermatozoides de Clark Kent sin duda serían invulnerables, superfuertes y viajarían a velocidades superlumínicas buscando... pero esa es otra historia)... en fin, es una de esas extrañas criaturas que les encanta pasar el tiempo inventándose su propia tarea.
Fue uno de los primeros escritores que puse en mi lista de imprescindibles, allá a los doce o trece años cuando compré una carretada de libros de ciencia ficción en remate. No es fácil de conseguir, la treintena que tengo de sus volúmenes son principalmente de contrabando (afortunadamente los aduaneros no prestan atención a nada que no tenga hierba o baterías incluídas)... He leído ocho o nueve veces su Ringworld y otros diez de sus libros al menos tres o cuatro veces... no siempre es sensacional pero casi siempre es divertido.
Así que fue un shock cuando en 1999, en la primera vuelta a San Diego, estaba haciendo plática con la dueña de un buen stand de libros usados, y cuando le pasé la pila de mi botín para que hiciera la cuenta, llegó a un libro de Niven y me dijo: mira, qué coincidencia, él es un buen amigo mío y estuvo aquí hace veinte minutos...
El trauma de haber llegado veinte minutos tarde para conocer a mi ídolo...
Claro que es una de esas cosas que se olvidan... hasta que pasa exactamente lo contrario. En el 2002 o 2003, en el mismo San Diego, simplemente pasando por un salón de conferencias, me topo con Larry Niven. Y lo abordé como hacen los fanáticos idiotas que se quedan sin palabras ante su ídolo (claro que yo era un fanático inteligente sin palabras ante mi ídolo)... le dije cuánto disfrutaba sus libros, le dije que era una de las razones por las que quería contar historias, le dije que quería agradecerle por todas las horas de diversión. Y su esposa se ofreció a tomarnos una foto juntos (así me he de haber visto de desesperado)... debo tenerla por ahí, yo tengo cara de impactado, y él tiene una expresión entre total desagrado y puro terror, pero bueno...
Excelente momento, allá arriba como aquél en el que por accidente me colé entre Guillermo del Toro y Ron Perlman...
Hasta esa noche, en el gran evento de la mascarada, en que ví una vez más a Larry Niven y su esposa, que contra toda dignidad, iban disfrazados de Obi-wan y Reina Amígdala (Y Marylin Niven, que es una maravillosa persona, pesa como ochenta kilos, y traía hasta el tocado de la Portman)...
Y esa es mi manera de decir que si hasta los semidioses tienen sus malos ratos... pues una criatura como un servidor que apenas acaba de evolucionar hace lo que puede... perdón por las molestias...
(Pero vaya sorpresa que me dio el goggle al poner Prima Holocaustica)
Eso es.
De acuerdo. Larry Niven.
El 99% de ustedes no han oído ese nombre. Tampoco tendrían por qué, a menos que sean de los que asaltaban la sección de novelas de la biblioteca cuando tenían un par de horas entre diseño y antropología filosófica (la que hasta la fecha sigue siendo mi canción de cuna favorita, sólo escuchar el término me pone en coma)... en fin, Larry Niven es uno de los más grandes escritores de ciencia ficción (y casi de cualquier tema) que ha habido, no sólo por ser aficionado a jugar con grandes ideas, sino porque tiene la loca idea de que la tecnología es buena y que bien utilizada puede salvar a la humanidad. Igual escribe sobre imperios galácticos a miles de años luz que especula sobre la vida sexual de Superman (y ese artículo, donde considera desde la potencia de los músculos kriptonianos hasta el hecho de que los espermatozoides de Clark Kent sin duda serían invulnerables, superfuertes y viajarían a velocidades superlumínicas buscando... pero esa es otra historia)... en fin, es una de esas extrañas criaturas que les encanta pasar el tiempo inventándose su propia tarea.
Fue uno de los primeros escritores que puse en mi lista de imprescindibles, allá a los doce o trece años cuando compré una carretada de libros de ciencia ficción en remate. No es fácil de conseguir, la treintena que tengo de sus volúmenes son principalmente de contrabando (afortunadamente los aduaneros no prestan atención a nada que no tenga hierba o baterías incluídas)... He leído ocho o nueve veces su Ringworld y otros diez de sus libros al menos tres o cuatro veces... no siempre es sensacional pero casi siempre es divertido.
Así que fue un shock cuando en 1999, en la primera vuelta a San Diego, estaba haciendo plática con la dueña de un buen stand de libros usados, y cuando le pasé la pila de mi botín para que hiciera la cuenta, llegó a un libro de Niven y me dijo: mira, qué coincidencia, él es un buen amigo mío y estuvo aquí hace veinte minutos...
El trauma de haber llegado veinte minutos tarde para conocer a mi ídolo...
Claro que es una de esas cosas que se olvidan... hasta que pasa exactamente lo contrario. En el 2002 o 2003, en el mismo San Diego, simplemente pasando por un salón de conferencias, me topo con Larry Niven. Y lo abordé como hacen los fanáticos idiotas que se quedan sin palabras ante su ídolo (claro que yo era un fanático inteligente sin palabras ante mi ídolo)... le dije cuánto disfrutaba sus libros, le dije que era una de las razones por las que quería contar historias, le dije que quería agradecerle por todas las horas de diversión. Y su esposa se ofreció a tomarnos una foto juntos (así me he de haber visto de desesperado)... debo tenerla por ahí, yo tengo cara de impactado, y él tiene una expresión entre total desagrado y puro terror, pero bueno...
Excelente momento, allá arriba como aquél en el que por accidente me colé entre Guillermo del Toro y Ron Perlman...
Hasta esa noche, en el gran evento de la mascarada, en que ví una vez más a Larry Niven y su esposa, que contra toda dignidad, iban disfrazados de Obi-wan y Reina Amígdala (Y Marylin Niven, que es una maravillosa persona, pesa como ochenta kilos, y traía hasta el tocado de la Portman)...
Y esa es mi manera de decir que si hasta los semidioses tienen sus malos ratos... pues una criatura como un servidor que apenas acaba de evolucionar hace lo que puede... perdón por las molestias...
(Pero vaya sorpresa que me dio el goggle al poner Prima Holocaustica)
Eso es.
3 Comments:
Wooow, vaya historia del Niven, interesante. Y me encanta tu garabato, de ahi salió el de Lisa, supongo...no?
Bueno, ya es jueves... y falta poco para el fin de semana, y ni chance he tenido de bloggear...esta rutina ha estado pesada y más cuando se acumula el trabajo en esta semana laboral de tan sólo 4 días.
Pero ya sólo falta uno... y bienvenido fin de semana.
Por cierto...muy extraño lo de la prima holocáustica he? quien iba a pensar! caramba... como han cambiado las cosas!!
Mucha Suerte y ánimo! :*
Me intriga..
Cual fue la sorpresa?
Hombre!, no tienes nada que agradecer!, ya sabes que tu link sigue teniendo permanencia en mi blog!,
Muchisima suerte y por aqui nos andamos leyendo!..
Beijos!
Erika.
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