Monday, March 13, 2006

Historias del lado oscuro...

Vaya... jamás hubiera pensado que teníamos tantos feministas por aquí... si los mails que he recibido son una indicación, creo que es buen momento para hablarle a Nancy y ver si podemos llegar a algún arreglo.

En fin.

Hoy fue una de esas mañanas justo como me gustan, cuando todos los pendientes salen y se envían en el tiempo justo y queda tiempo para un sandwich de milanesa. Bueno, mi versión acústica de sandwich de milanesa, sólo con mayonesa. Sí, hay antecedentes cardíacos en la familia, total...

Y sigo trabajando en un hermoso garabato que debería poder trepar aquí mañana, a ver...

Hoy estuve en un transporte público con un payaso. Me aterran los payasos. Eso amerita una historia (como ya saben, estas cosas las invento en el momento y no garantizo):


DIME DE CUÁL CALZAS

En ese momento, ofrecí años de trabajos forzados y sacrificio a Yahvé, Alá, Jim Morrison, o a quien quiera que estuviera escuchando allá arriba, a cambio un lugar alejado del payaso.

En respuesta a mi oración, la marea humana dentro del autobús me condujo directamente hacia el ente.

Tragué saliva y caí sobre el lugar desocupado junto a él.

Era justo como lo había visto en mis pesadillas. Gordo y calvo, con maquillaje liso y mortecino como betún de pastel y nariz roja al estilo francés, como una próboscis palpitante que era imposible determinar si era o no artificial. Traje como alucinación de Picasso y zapatos como los del perro idiota de Disney. Ojos hundidos entre trazos irregulares que los convertían en estrellas negras. Un ramillete de globos a medio inflar atados en su coronilla.

Volteó a mirarme. Dos estrellas negras en un universo liso y mortecino como betún de pastel.

Lo ignoré.

La temperatura comenzó a subir y me parecía que el payaso se expandía y se inflaba, ocupando todo el espacio posible... una ilusión, desde luego. Traté de levantarme, pero el abdomen de un luchador de sumo al que habían descalificado por sobrepeso me mantuvo en mi asiento.

Por el rabillo del ojo, ví que el payaso hacía algo con sus manos.

Estaba retorciendo un globo para hacer un animal, o algo similar. Con algunos rechinidos y unos hábiles pases, contemplé fascinado un perro bulboso que había nacido en sus manos.

Entonces, el payaso comenzó a ladrar y gruñir, e hizo que el perro bulboso me atacara. Levanté las manos para defenderme, y el globo explotó. Las dos estrellas negras estaban fijas en mí.

No había ojos en el centro de esas estrellas negras. Eran dos piedras, o dos canicas, o tal vez dos fragmentos de la Trinita que se fórmó en el cráter de la primera explosión nuclear, y que eran letales al tacto. Pero ciertamente no eran ojos.

Un sonido sobrenatural resonó por el autobús. Algo como lo que Dante escuchó antes de salir del infierno, y que no se atrevió a mirar. El payaso estaba riendo.

Infló otro globo, e hizo de nuevo su magia. Esta vez creó una víbora de cascabel y la sacudió con un sonido seseante. Arrojó el globo a la multitud, y en algún lugar escuché un grito.

Alguien se quejaba de una mordida.

Un tercer globo. Las manos del payaso formaron un Adán de plástico naranja. Jugueteó con la figura mientras hacía una sorprendente cacofonía con el fondo de su garganta, estática y reggaetón y el discurso de Gettysburg. Y entonces retorció el cuello del globo hasta hacerlo reventar.

Y en otro lugar del autobús, algo reventó.

Dos estrellas negras ahora me tenían esclavizado. Y apareció un cuarto globo.

En ese momento se rompió el embrujo. Alguien pidió la parada, y yo me avalancé hacia afuera como pude. Me torcí el tobillo al caer, pero ignoré el dolor y empecé a correr como nunca lo había hecho.

Porque había visto por un instante la forma que el cuarto globo estaba tomando. Y no quería imaginar lo que el payaso iba a hacer cuando estuviera terminado.



Eso es.

1 Comments:

Blogger {º_º} Marcel said...

Eres todo un caso jeje, chido el payaso super dañado.
Saludos!!

2:43 PM  

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