Una historia a media semana...
Llevo un par de días haciendo escenarios en estilo Disney... lo cuál no es mi parte favorita del trabajo. No porque odie a Disney (aunque no es mi parte favorita de la vida tampoco), sino porque soy pésimo para imitar estilos ajenos... me pregunto si es por eso que los demás sí venden y uno no, en fin... en este momento debería estar trabajando sobre otro escenario, pero francamente estoy harto por este día.
Ok, la cosa funciona como sigue: escribo un título y después agrego cosas automáticamente. Tal vez quede algo coherente, ilógico, genial, estúpido, o tal vez salga un cadáver exquisito. Como sea es terapia:
EN LA RATONERA, SIN MOUSE
Intel examinó los ladrillos de la pared hasta que encontró un par que le dieron unos milímetros más para asirse. Comenzó a trepar, encajando el borde desgastado de sus zapatos en las salientes y grietas. La pared no era muy alta, tres metros a lo sumo. Pero era muy diferente al muro de escalar al que le dedicaba media hora cada tercer día. Esto era mucho más complicado, mucho más doloroso.
Esto era por su vida.
Cuando alcanzó la azotea, las manos le dolían tanto que estaban congeladas en posición de garras de águila sujetando un ratón. La ironía casi le pareció divertida... se desplomó junto al tinaco. Esperó exactamente sesenta y nueve latidos hasta que recuperó algo de aliento, y se atrevió a mirar el suelo por el que había caminado unos minutos antes.
Su mouse estaba por alcanzarlo.
O al menos lo que había habitado dentro de su mouse.
---
Nadie le había creído. Una semana atrás, estaba esclavizado ante el monitor como todos los días, tratando de procesar la última docena de documentos antes de la hora de salir, en un intento heróico por evitar el tiempo extra. Hasta que la computadora empezó a fallar, y entonces Intel hizo algo inusitado.
Ni siquiera recordaba qué era lo que había hecho... escribir un código, derramar el café sobre el teclado, recitar la tabla del siete hacia atrás o darle una patada al regulador... estaba seguro de que había hecho todo eso y tal vez algo más. Lo que sí recordaba era la sensación al destapar por enésima vez la tapa inferior del mouse, y en lugar de encontrarse con la familiar esfera de plástico, descubrir algo muy extraño y muy inmóvil.
Algo que no venía en libro alguno de biología que pudiera recordar...
Dejó de pensar en los documentos y la hora de salida y el café derramado. La criatura era asquerosa, pero lo fascinaba. O más bien lo tenía hechizado... distinguió algo parecido a brazos y piernas en números irregulares, algo como un rostro, y otros órganos inimaginables.
¿Cuánto tiempo llevaba eso viviendo en su mouse?
¿Y por qué nunca lo había visto antes?
Pensó en conspiraciones extraterrestres. Pensó en Gremlins y elfos y chaneques. Y pensó en los millones que pagaría Maussan por el video. Pensó en muchas cosas, hasta que la criatura abrió los ojos y se lanzó sobre él.
La retiró de un manotazo. Pidió auxilio.
Nadie le creyó.
Nadie vió que los mouses de sus respectivas máquinas se movían de manera errática.
----
Mientras esperaba en la azotea, Intel se preguntó cuánto tiempo tenía la humanidad conviviendo con las criaturas que hacían funcionar las cosas y que se desvanecían cuando estaban a punto de ser vistas. Se imaginó una cosa de esas dentro del primer ábaco o la máquina de Pascal, o cualquier otra cosa, obligando a su usuario a utilizarlo a cambio de respuestas... se preguntó si se alimentarían de fuerza vital, sudor, sangre, o si manejaban a la gente sólo porque era lo que hacían...
No tuvo que preguntárselo mucho tiempo más. Miles de criaturas subían por las cuatro paredes hacia donde él estaba.
---
Y sin embargo, las criaturas tenían un cierto sentido del honor, y honraron al único humano que por un estúpido accidente las había descubierto. Seccionaron lo que quedaba de Intel en varios millones de partes. Y millones de las criaturas se llevaron una parte para enterrarla en sendas computadoras. Con una lápida conmemorativa para avisar a los entendidos que una parte de Intel estaba ahí.
No esperaban que nadie entendiera, de cualquier forma. Y si acaso lo hacían, ya no tendría importancia.
Eso es.
Ok, la cosa funciona como sigue: escribo un título y después agrego cosas automáticamente. Tal vez quede algo coherente, ilógico, genial, estúpido, o tal vez salga un cadáver exquisito. Como sea es terapia:
EN LA RATONERA, SIN MOUSE
Intel examinó los ladrillos de la pared hasta que encontró un par que le dieron unos milímetros más para asirse. Comenzó a trepar, encajando el borde desgastado de sus zapatos en las salientes y grietas. La pared no era muy alta, tres metros a lo sumo. Pero era muy diferente al muro de escalar al que le dedicaba media hora cada tercer día. Esto era mucho más complicado, mucho más doloroso.
Esto era por su vida.
Cuando alcanzó la azotea, las manos le dolían tanto que estaban congeladas en posición de garras de águila sujetando un ratón. La ironía casi le pareció divertida... se desplomó junto al tinaco. Esperó exactamente sesenta y nueve latidos hasta que recuperó algo de aliento, y se atrevió a mirar el suelo por el que había caminado unos minutos antes.
Su mouse estaba por alcanzarlo.
O al menos lo que había habitado dentro de su mouse.
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Nadie le había creído. Una semana atrás, estaba esclavizado ante el monitor como todos los días, tratando de procesar la última docena de documentos antes de la hora de salir, en un intento heróico por evitar el tiempo extra. Hasta que la computadora empezó a fallar, y entonces Intel hizo algo inusitado.
Ni siquiera recordaba qué era lo que había hecho... escribir un código, derramar el café sobre el teclado, recitar la tabla del siete hacia atrás o darle una patada al regulador... estaba seguro de que había hecho todo eso y tal vez algo más. Lo que sí recordaba era la sensación al destapar por enésima vez la tapa inferior del mouse, y en lugar de encontrarse con la familiar esfera de plástico, descubrir algo muy extraño y muy inmóvil.
Algo que no venía en libro alguno de biología que pudiera recordar...
Dejó de pensar en los documentos y la hora de salida y el café derramado. La criatura era asquerosa, pero lo fascinaba. O más bien lo tenía hechizado... distinguió algo parecido a brazos y piernas en números irregulares, algo como un rostro, y otros órganos inimaginables.
¿Cuánto tiempo llevaba eso viviendo en su mouse?
¿Y por qué nunca lo había visto antes?
Pensó en conspiraciones extraterrestres. Pensó en Gremlins y elfos y chaneques. Y pensó en los millones que pagaría Maussan por el video. Pensó en muchas cosas, hasta que la criatura abrió los ojos y se lanzó sobre él.
La retiró de un manotazo. Pidió auxilio.
Nadie le creyó.
Nadie vió que los mouses de sus respectivas máquinas se movían de manera errática.
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Mientras esperaba en la azotea, Intel se preguntó cuánto tiempo tenía la humanidad conviviendo con las criaturas que hacían funcionar las cosas y que se desvanecían cuando estaban a punto de ser vistas. Se imaginó una cosa de esas dentro del primer ábaco o la máquina de Pascal, o cualquier otra cosa, obligando a su usuario a utilizarlo a cambio de respuestas... se preguntó si se alimentarían de fuerza vital, sudor, sangre, o si manejaban a la gente sólo porque era lo que hacían...
No tuvo que preguntárselo mucho tiempo más. Miles de criaturas subían por las cuatro paredes hacia donde él estaba.
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Y sin embargo, las criaturas tenían un cierto sentido del honor, y honraron al único humano que por un estúpido accidente las había descubierto. Seccionaron lo que quedaba de Intel en varios millones de partes. Y millones de las criaturas se llevaron una parte para enterrarla en sendas computadoras. Con una lápida conmemorativa para avisar a los entendidos que una parte de Intel estaba ahí.
No esperaban que nadie entendiera, de cualquier forma. Y si acaso lo hacían, ya no tendría importancia.
Eso es.
1 Comments:
Cielos.. qué historia!!
Me gustó, me gustó!
:)
Y además de todo el talento dibujando, tienes talento para escribir... woow!!!
:*
Que tengas un buen día!
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