La acostumbrada del viernes...

Este día lo pasamos como la proverbial prenda íntima de dama de laxa moral y dudosa reputación...

Junta de dos horas por la mañana con un director que se parece a Kenny Rogers (pregúntenle a sus abuelos), en la que aprendimos, entre otras cosas, que las modelos se clasifican en categorías: las que pueden hacer papeles de madres de familia, y las que no. Las que no son las que tienen silicón.

Oh, sí.

Y ya en la tarde estábamos facturando (con cuentas raras y tal vez cuantiosa pérdida) el trabajo de cincuenta garabatos de niños felices ejerciendo sus derechos, en una oficina donde sólo trabajan mujeres... eso era surrealista.

Y ahora hay trabajo. Que no existía ayer, pero que ahora ya urge. Típico.

Eso es.