Monday, November 14, 2005

Arrancando motores...

...que ya deberían haber arrancado... digo, ya es martes desde hace hora y media...

Y las carpetas de mi fiel Petra Pentium son un caos, así que no encontré la imagen de hoy... disculpen las molestias que ello ocasione. Caramba, ya tengo que empezar a dibujar más, necesito otras diez horas en el día.

Así que ya cortamos con Venezuela... en fin, quedan doscientos países y feria con los que no estamos peleados, supongo que aún es récord positivo...

El día fue principalmente entretenido, dibujando y coloreando simpáticas frutas y verduras (sin comentarios :P), y más tarde nos telefonearon para invitarnos a la convención navideña de cómic que va a haber en la Expo... así que lo más indicado sería inventar algo publicable para entonces. Nos invitaron a la de Tepic también, pero tal vez seamos muy codos para pagar el viaje :P

La película mafufa que discutimos ayer me recordó una historia:

San Diego, Convention Center, julio de 2004, si no me equivoco. (Pudo ser 2003, a mi edad la memoria falla). Creo que ya había pasado dos días arranado en las filas de revisión de portafolios, así que mi condición era infrahumana y lo único que mi organismo quería hacer era ir por un Subway y regresar al hotel a caer en coma... pero aún así estaba en el auditorio E junto con otros cuatro o cinco mil engendros raros.

¿La razón? Una plática de Ray Bradbury.

Muy pocos de ustedes habrán oído el nombre, y no tendrían por qué, aquí incluso su programa de televisión duró ocho semanas. Lo que es triste, porque el hombre es una leyenda viviente, uno de los escritores norteamericanos (y de una vez del mundo) más importantes desde que inició su carrera en 1940... tal vez hayan oído de sus obras: Fahrenheit 451, Crónicas Marcianas, El Hombre Ilustrado, o hayan visto de pasada la película... o bueno, tal vez no tengan la mínima idea de quién estoy hablando. Pero confíen en mí, el hombre es como el Gabriel García Márquez de gringolandia.

¿En qué iba?

Ok, en ese momento Ray ya tenía 84 años cumplidos y lo tuvieron que subir al escenario en silla de ruedas (dos años antes le había tomado una foto en andadera). Se veía frágil e insignificante, un gordo canoso cualquiera con lentes de botella. Hasta que tomó el micrófono y se transformó en algo más grande que todos nosotros: un maestro narrador, haciendo lo mejor que sabe hacer: contar historias. Nos habló de los planetas. De los extraterrestres. Del mundo pasado y del futuro. De dinosaurios. De cómo jamás creció y ha dedicado su vida a jugar y a recordarnos que la vida es un juego. Y no pueden imaginarse lo que es ver a miles de personas de todas las edades y clasificaciones posibles (incluso miles de pubertos tatuados y con uñas negras) escuchando con fascinación y reverencia a la leyenda. Porque un narrador sabe atraparte, y Ray Bradbury es uno de los mejores.

Y nos habló de Mr. Eléctrico.

Nos dijo que cuando tenía diez (o algo así) años, se escapó de casa para entrar a la feria que acababa de llegar al pueblo. Y se coló al espectáculo principal, que era el de Mr. Eléctrico. Que, como su nombre lo dice, consistía en un tipo con generadores ocultos, para producir descargas y efectos espectaculares. En fin, Ray estaba en primera fila, y el acto estaba por concluir, cuando Mr. Eléctrico le apuntó con su generador y le lanzó una descarga, mientras le ordenaba: ¡VIVE POR SIEMPRE!

A la mañana siguiente, Ray volvió a la feria, y se encontró a Mr. Eléctrico desayunando. Se sentó con él y estuvieron platicando un rato. Y según dice, en un momento el hombre se soltó llorando, le puso la mano en el hombro y le dijo: "tú eres mi mejor amigo de toda la vida, moriste en tal fecha y en tal lugar, y haz vuelto a la vida. Siempre supe que te volvería a ver, por eso te señalé anoche, y esta vez sí vas a vivir por siempre".

¿Historia simplona? Tal vez. Pero a Ray Bradbury lo impresionó tanto que Mr. Eléctrico y la feria fueron la parte fundamental de su primera novela. Y aquél día en el centro de convenciones, dijo que todo lo que logró a partir de entonces en su vida, fué porque creyó en esas palabras, creyó que tenía una nueva oportunidad por una razón y que iba a vivir para siempre. Y así llegó a ser una leyenda.

No está mal por haberse hecho la pinta un día por ir a la feria, ¿no creen?

Eso es.

1 Comments:

Blogger aurangelica said...

Wow!!!

Vaya historia!!!

Es increíble cómo algunas personas pueden cambiar tu vida sin esperarlo.

Saluditos :*

7:43 AM  

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