Viernes en punto muerto...
... ¿qué tal con las andanzas en Oaxaca del Capitán Cavernícola y su tribu? la cosa va subiendo de tono, y hay una cosa curiosa con los grupos radicales: ninguno se atreve a ser más inteligente que el jefe... y siendo el jefe tan estúpido, creo que no van a parar en gas lacrimógeno...
Pero claro, soy ave de mal agüero y siempre veo el lado negativo... tal vez mañana se arreglen y todos sean felices otra vez y se tomen de las manos para organizar juntos una Guelaguetza alternativa.
En primaria se contaba un chiste de una sola línea, muy efectivo si se actúa bien (un chiste bastante enfermo para que lo entendiéramos en primaria de monjas en aquéllos días): Un verdugo va llorando (el puchero es muy importante para que haga efecto) y dice: ¡él fue el que se dió de cabezazos en mi hacha!
En fin.
Ahora que lo pienso, nunca he ido a visitar la tumba del abuelo... mmm, ningún motivo en particular. Digo, está al otro lado de la ciudad y todo, pero, bueno, creo que no hay nada que le pueda decir ahí que no le pueda decir desde acá. La única vez que estuve ahí fue precisamente el día que lo sepultaron (y de eso ya fue bastante... como dieciséis o diecisiete años)... también es el único velorio al que he ido. Demasiado rápido todo, a las siete de la noche nos estaban hablando para decirnos que se lo habían llevado al centro médico y media hora después estábamos llegando y nos recibieron con la noticia de que ya no la iba a librar... y después fue de ir a arreglar los trámites y a liberar la cripta, y a recolectar a la familia, y como a las diez en la capilla. Gran ayuda, tener primos presentes. Y obviamente no se supone que un velorio sea divertido, pero, caramba, el rosario cada hora y el ataúd abierto... ése no era el abuelo.
El abuelo siempre andaba de camisa de franela y chaleco azul. Sólo le gustaban dos películas: Pablo y Carolina, y la de Charles Chaplin en la que éste estaba atrapado en una cabaña con una ventisca afuera, y tenía que comerse un zapato (se botaba de risa cuando contaba esa escena)... de hecho, se parecía a Charles Chaplin en la foto de su licencia de chofer. Nacieron dos niños en su camioneta. Tenía una cicatriz junto a un ojo, producto de un cachazo que le dió el bisabuelo la noche que le llevó serenata a la abuela. Una vez llevó al diablo de pasajero, y pasó tres días mudo después del suceso. Tenía dos cosas que adoraba: una navaja suiza que le regaló mi viejo, y un reloj de bolsillo de bastantes años. (Ambos me los heredó, y ningún tío debe enterarse o se les rompe el corazón). Fingía que no sabía leer para que le dejaran los documentos importantes al alcance, pero yo lo ví, sí sabía. Y siempre, siempre tenía tiempo para todo.
Ése era el abuelo. No quiero visitarlo en la tumba. Lo prefiero así.
Eso es.
Pero claro, soy ave de mal agüero y siempre veo el lado negativo... tal vez mañana se arreglen y todos sean felices otra vez y se tomen de las manos para organizar juntos una Guelaguetza alternativa.
En primaria se contaba un chiste de una sola línea, muy efectivo si se actúa bien (un chiste bastante enfermo para que lo entendiéramos en primaria de monjas en aquéllos días): Un verdugo va llorando (el puchero es muy importante para que haga efecto) y dice: ¡él fue el que se dió de cabezazos en mi hacha!
En fin.
Ahora que lo pienso, nunca he ido a visitar la tumba del abuelo... mmm, ningún motivo en particular. Digo, está al otro lado de la ciudad y todo, pero, bueno, creo que no hay nada que le pueda decir ahí que no le pueda decir desde acá. La única vez que estuve ahí fue precisamente el día que lo sepultaron (y de eso ya fue bastante... como dieciséis o diecisiete años)... también es el único velorio al que he ido. Demasiado rápido todo, a las siete de la noche nos estaban hablando para decirnos que se lo habían llevado al centro médico y media hora después estábamos llegando y nos recibieron con la noticia de que ya no la iba a librar... y después fue de ir a arreglar los trámites y a liberar la cripta, y a recolectar a la familia, y como a las diez en la capilla. Gran ayuda, tener primos presentes. Y obviamente no se supone que un velorio sea divertido, pero, caramba, el rosario cada hora y el ataúd abierto... ése no era el abuelo.
El abuelo siempre andaba de camisa de franela y chaleco azul. Sólo le gustaban dos películas: Pablo y Carolina, y la de Charles Chaplin en la que éste estaba atrapado en una cabaña con una ventisca afuera, y tenía que comerse un zapato (se botaba de risa cuando contaba esa escena)... de hecho, se parecía a Charles Chaplin en la foto de su licencia de chofer. Nacieron dos niños en su camioneta. Tenía una cicatriz junto a un ojo, producto de un cachazo que le dió el bisabuelo la noche que le llevó serenata a la abuela. Una vez llevó al diablo de pasajero, y pasó tres días mudo después del suceso. Tenía dos cosas que adoraba: una navaja suiza que le regaló mi viejo, y un reloj de bolsillo de bastantes años. (Ambos me los heredó, y ningún tío debe enterarse o se les rompe el corazón). Fingía que no sabía leer para que le dejaran los documentos importantes al alcance, pero yo lo ví, sí sabía. Y siempre, siempre tenía tiempo para todo.
Ése era el abuelo. No quiero visitarlo en la tumba. Lo prefiero así.
Eso es.
5 Comments:
Ja, ja, ja, nunca había visto a Holy taaaan elegante....
Me hubiera gustado mucho conocer a tu abuelo.
Me gusta mucho lo que escribes sobre él.
En fin.. por aquí seguimos... ya es viernes!!! :D
Historias de abuelos... mi abuelo decía que la Naturealeza era sabia, porque creó a los nietos para que los padres pudieran vengarse de sus hijos.
Yo me acuerdo claramente de una vez que fuimos a visitar a mi abuelo, en un viaje entre mudanzas internacionales. Debía tener yo 4 o 5 años, y Holi tenía apenas uno o dos años (estábamos muy chicos, eso es seguro) y a mí me dió sed, e impulsivo como era, se me ocurrió tomar agua en un vaso de cristal que vi a mi alcance. Tomé el vaso, y al momento de irme a servir agua al garrafón me tropecé con algo (supongo que con la cinta de mi zapato o con el pantalón) y me caí, con lo cual el vaso también se cayó y feneció tras estrellarse contra el suelo. Mi padre se puso en un estado que hasta la fecha no puedo describir si no es combinando "fúrico" y "avergonzado", y mi abuelo, con calma y parsimonia, le dijo: "Hijo, son mis vasos, es mi casa, y yo dejo que hagan con mis cosas lo que se me pega la gana" y acto seguido rompió otro vaso ante la mirada atónita de mi padre y mi madre, y la mirada divertida de mi abuela, que no cesaba de decir "igualito a su padre, igualito..." mientras me levantaba del suelo.
Extraño al viejo... por eso, en su memoria, me bebí un whisky con soda, con mucho whisky y poca soda.
¿Sabes?, a mí me encantaría que mi chico me adornara con flores el camino a la recámara... lástima que no consideres ése como un acto bello.
Por otra parte la idea de adornarle el camino a los muertos con flores es más de los pueblitos, le adornaban el camino al difunto desde la tumba hasta la casa de sus seres queridos, obviamente en la ciudad eso es imposible.
No se reverencia la imágen de la muerte, al menos no es la parte central de la festividad, sólo es un añadido, pero alguien dijo: "sólo los amantes de la vida aceptan la muerte", supongo que lo que de verdad se celebra es que seguiremos vivos después de muertos.
Todo depende de los recursos económicos de la familia, obviamente si no le pudo dar de comer al difunto en vida no le puede hacer una gran ofrenda de muertos, de todas formas la tradición completa es levantar la ofrenda y cenársela después, los muertos sólo comen el olor, por eso la ofrenda se mantiene caliente.
Yo tampoco sé para qué sea el papel picado, pero es una tradición de antes de la invención de las ametralladoras.
Si los muertos estuvieran en todas partes no necesitarían sacarlos en los noticieros, sería cosa de siempre, y yo esta mañana que salí no encontré ningún cadaver.
Debes haberte matado mucho para la imágen esa de que ponerle alcohol y demás cosas que le gustaban al muerto en su ofrenda es una manera de restregarle el porqué murieron en su calavera, seguro pensaste en la tradición en sí y luego te preguntaste: "¿cómo hago para que se vea tonta?", así que pensaste y pensaste, te paraste de cabeza y al final de dos horas se te ocurrió esa salida, te sentiste que eras muy ingenioso y te felicitaste a tí mismo, ya que al decir que la tradición es tonta también le dices tontos a todos aquellos que siguen esa tradición.
El problema es: Las tradiciones como las del día de muertos no se viven con la mente, se viven con el corazón.
Por cierto que les aposté a mis amigas una invitada a cenar a que no ibas a poner mi comentario en tu bloq, así que como quiera voy a salir ganando.
Eeaaah!!! Gracias por responderme ^^... me ahorro el comentario de decir "Me encanto la Holy de hoy", eso lo digo todos los viernes ¬¬.
Saludos.
Primo, gracias por compartir esas memorias. Yo recuerdo muy poco de ese suceso, pero eso si, lo extraño a el bastante.
Hope to see you soon!
Post a Comment
<< Home