El primer viernes del año...

...Y todo sereno.

Bueno, inerte, casi... los días se van muy rápido entre la enana y los pendientes y los asuntos bancarios. Cuando sea grande tendré un IBM para los asuntos bancarios.

En fin.. nos garantizaron a Anastasia para hoy, esperemos que sea efectivo...

El plan para hoy es darle banderazo oficial a las veinte mil cosas que hay que terminar antes del SanDiegazo de este año, y tal vez ir al tradicional convivio en el que se descuartiza la rosca (con la familia de la Onlyguana, si no hay imprevistos). Y tengo una puntería de obstetra para encontrar a las criaturas panificadas, así que ya me verán...

Aunque recuerdo aquélla ocasión en uno de mis períodos de esclavitud en Eslovaquia. (Aunque suene ridículo, pero la agencia que me esclavizaba en aquéllos días estaba en el mismo piso del consulado de Eslovaquia, así que legalmente ese piso era terreno extranjero) Había una política matriarcal basada en los actos volitivos de la contadora, a saber: teníamos que hacer lo que le diera la gana. En aquélla ocasión resultó que a los que estábamos trabajando en diversas locaciones el 6 de enero y no pudimos asistir al ritual de reyes, coincidentemente nos tocó el mono. Nos avisaron por teléfono. Así de simple. El asunto fue olvidado hasta el 1 de febrero, en que la encargada de compras pasó a avisar que se nos iba a descontar del sueldo la parte proporcional de los tamales. Obligados contractualmente por el pedazo de rosca nunca visto. Así que armamos revolución. Bueno, yo armé revolución contra la explotación, el abuso, la injusticia, la contadora, y la mayoría de las entidades entre el cielo y el infierno. El hecho es que se canceló el proyecto tamal.

Y desde entonces no toco un pedazo de rosca.

Esto amerita un estado de coma...

Eso es.