Esperando...
...eso de ver que se acerca la fecha límite y que no se puede avanzar más hasta que el cliente dé muestras de vida es la peor parte del trabajo.
Bueno, no, la peor parte del trabajo es encontrarse al cliente que nos pavimenta el terreno con pétalos de rosa y que acepta el presupuesto con una sonrisa, y que nos garantiza el pago una semana después de la entrega, y se va desapareciendo gradualmente y evitando las llamadas, hasta que dos años y medio después recordamos que jamás cobramos la labor en cuestión.
O por el contrario, el que insiste en que comprende que el trabajo necesita un mes para poder hacerse bien, pero, ¿podría estar bien para mañana?
Anécdota Da Vinciana:
Cuando Leonardo estaba con el encargo de pintar la Última Cena, el prior (supongo que es algo como abad) de la capilla escenario de la obra fue a acusarlo con Ludovico Sforza (el gobernante de Milán) de que nunca iba a trabajar. El Sforza fue a recriminar a Leonardo, y éste le contestó que trabajaba dos horas al día en la pintura. A lo que Sforza le contestó: ¿Cómo es posible si nunca vienes? Y Leonardo explicó: Todos los días voy por la mañana y por la tarde al barrio con la gente más vil en busca del rostro perfecto para representar a Judas, y en un año aún no lo he encontrado. Claro que podría usar de modelo al Prior, pero no querría avergonzarlo en su capilla...
(Eso le valió una prórroga en el contrato, por cierto).
Y la historia está llena de anécdotas del escritor que está en bata con los pies encima de la mesa y con los ojos cerrados y le reclama al visitante: ¿qué no ves que estoy trabajando?
Por eso es estúpido dejar pasar al cliente a la cocina... realmente a muy pocos les interesa ver el proceso, lo único que quieren es un buen plato servido.
Y seguimos esperando al cliente...
Eso es.
Bueno, no, la peor parte del trabajo es encontrarse al cliente que nos pavimenta el terreno con pétalos de rosa y que acepta el presupuesto con una sonrisa, y que nos garantiza el pago una semana después de la entrega, y se va desapareciendo gradualmente y evitando las llamadas, hasta que dos años y medio después recordamos que jamás cobramos la labor en cuestión.
O por el contrario, el que insiste en que comprende que el trabajo necesita un mes para poder hacerse bien, pero, ¿podría estar bien para mañana?
Anécdota Da Vinciana:
Cuando Leonardo estaba con el encargo de pintar la Última Cena, el prior (supongo que es algo como abad) de la capilla escenario de la obra fue a acusarlo con Ludovico Sforza (el gobernante de Milán) de que nunca iba a trabajar. El Sforza fue a recriminar a Leonardo, y éste le contestó que trabajaba dos horas al día en la pintura. A lo que Sforza le contestó: ¿Cómo es posible si nunca vienes? Y Leonardo explicó: Todos los días voy por la mañana y por la tarde al barrio con la gente más vil en busca del rostro perfecto para representar a Judas, y en un año aún no lo he encontrado. Claro que podría usar de modelo al Prior, pero no querría avergonzarlo en su capilla...
(Eso le valió una prórroga en el contrato, por cierto).
Y la historia está llena de anécdotas del escritor que está en bata con los pies encima de la mesa y con los ojos cerrados y le reclama al visitante: ¿qué no ves que estoy trabajando?
Por eso es estúpido dejar pasar al cliente a la cocina... realmente a muy pocos les interesa ver el proceso, lo único que quieren es un buen plato servido.
Y seguimos esperando al cliente...
Eso es.
1 Comments:
Ánimo.... no hay que desesperar. Los clientes son así.
:*
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