En busca del deudor perdido...

... y este, mis pequeños pitufitos, es otro de esos extraños acertijos de la vida de profesional independiente: la tolerancia de tiempo que tienen los clientes para plasmar la rúbrica en un cheque es infinita... aumenta de manera inversamente proporcional a la cantidad de raciones de Maruchan que quedan en la despensa.

(El otro día ví a un Canis familiaris que pasaba por la calle, y se topó con los restos de la mencionada comida instantánea tirados en el suelo... se acercó, los olfateó ávidamente, y se alejó corriendo cual guepardo... lo que indudablemente debería ser una lección a evaluar).

Vaya... logramos subir una imagen a blogger... acabo de descubrir que esto es exactamente igual a la película del Cubo... hay una mínima ventana en la cuál se puede realizar la acción, y cuatro mil en las que no, y se están moviendo al azar... pero bueno, para rematar el comercial, ese es el anuncio de la presentación del jueves... freeware ideológico, distribuid a placer.

Para mí la Fil no está completa si no me agencio al menos un libro de Stephen King (antes era de Isaac Asimov, pero aparentemente ya agoté los disponibles, así que cambié de autor)... el King debe ser uno de los escritores más despreciados y atacados por los críticos serios y formales (tal vez sólo detrás de Dan Brown, el del Código Da Vinci, y Tom Clancy, del que salían la mayoría de las películas de Harrison Ford), pero vaya si es imposible soltarle un libro (incluso la biblia que es The Stand, mil 600 páginas a renglón seguido y con letra chica), y con todo y que no es intelectual ni profundo, se pueden contar con los dedos de una mano los libros de los que NO le han hecho película... fascinante criatura. Voy a dos terceras partes de Carrie, que creo que era el único de sus súperclásicos que me faltaba en la biblioteca, y tengo It pendiente para después... los pequeños placeres culpables.

De hecho, cuando hicimos una camiseta en primer semestre de la carrera, la mía era un logotipo de Stephen King... salí con ocho porque el maestro jamás lo había oído mencionar...

Eso es.