Móvil en el movimiento móvil...

... mmm, pues ahora que está cerrada nuevamente la Calzada (al menos en el tramo que era un caos absoluto hace dos semanas) no le encuentro lógica a la transformación. A menos que hayan reforzado el tramo central o algo, yo lo veo casi idéntico a como estaba. Es más, el camellón más ancho.

Y los Celtics son campeones después de 22 años... ya era hora...

Mmm... ¿así que es ilegal decir Presidente Legítimo en los medios? Debí registrar el Pendejente Pejítimo, así podrían utilizarlo y pagar regalías, sería una buena opción cómoda para todos.

Duda al aire: si los bebés Kleen Bebé pueden hacer campañas de publicidad, manejar submarinos, ser pilotos, caramba, creo que hasta astronautas... ¿por qué necesitan usar pañal?

En fin... debería estar trabajando.

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CRÓNICAS DE LA AVENTURA EUROPEA:

Partimos de Bremen en fría y lluviosa mañana, después de un último y vano esfuerzo por conseguir mi modelo para armar del Nautilus. Bah, hubiera sido pesado de traer, de todas formas.

Volamos por Ryanair (la única línea aérea que he visto con publicidad en los portaequipajes) hasta Milán. Bueno, no exactamente, hasta Bergamo, lo cuál suena gacho. De ahí hay que tomar autobús hasta Milán. Cuarenta y cinco minutos, casi lo mismo que el avión, y te brincan al paso, es más, creo que tenemos un boleto de autobús gratis por haber comprado dos. En Milán había que tomar tren, porque el destino final era Florencia, por supuesto.

Globalización, hijitos míos, es poder moverse en el país sin hablar el idioma. Llegamos a Florencia diciendo en la taquilla: Firenze, due. Y eso que ven arriba es la estación de Milán (Milano en el original, apelativo que aquí se ha abaratado bastante).

Los trenes de primer mundo son mejores que los aviones.

Y el viaje camino a la Toscana parece buffet, todo tiene nombre de comida: pasamos por Bologna, Parma, Morena (o como se llame donde hacen el vinagre). Tres horas y media de viaje, más o menos.

Y lo que iba pensando en ese momento, es que era exactamente el mismo camino que Leonardo había hecho quinientos años antes, en tres semanas y en la dirección contraria.

Y llegamos a Florencia...


Eso es.