Sunday, August 08, 2010

El laberinto del Memo...

Chamacas y chamacos, hénos aquí dos semanas después del regreso... mucho trabajo (y todo consecuencia directa del viaje, de hecho), muchas presiones grandes y pequeñas (lo que nos mantiene funcionando) y la gamborimba con cinco meses hoy cumplidos y cada vez más sorprendente... por lo pronto, ya definió a dónde se inclina su lado geek:

http://www.facebook.com/photo.php?pid=5257683&l=922142d99b&id=601581626

San Diego sigue igual en varias cosas, mejor o peor en otras, pero como en ningún otro lugar, cualquier cosa puede pasar en el momento menos pensado... lo siguiente es exactamente lo que pasó el día que por fin conocí a Guillermo del Toro:

Para todo hay augurios en la vida, y como siempre, es imposible saber si son buenos o malos hasta que el suceso quedó atrás. En este caso el augurio fue particularmente espantoso un día antes del evento, es decir, el viernes 23 de julio. Pasé la mayor parte del día en el stand, turnándome para hacer free sketches a los que compraban colecciones de Elephantmen (que, para ser justo, jamás pensé que circulara tanto, esas cosas volaban), y escuchando hasta la náusea que regalábamos números gratis para que conocieran la serie. (La palabra del día fue: absolutely, que puede significar desde "por supuesto" hasta "a huevo" según la intensidad, pero eso es otra historia). Eso, y que CG Campillo pasara a saludar y me dijera muy quitado de la pena que se había encontrado al Del Toro y había estado platicando con él, de la misma manera que ustedes o yo podríamos contar que nos encontramos a Doña Chonita la de los tamales. Eso, la temperatura y las multitudes me fueron poniendo progresivamente de malas a peores durante el día.

Estar de malas en San Diego es como estar deprimido en Disneylandia o ser monje en la mansión Playboy.

Corte al sábado 24 por la mañana.

Cuando tengo ese humor y se mantiene, siempre estoy peligrosamente cerca de, digamos, decirle sus verdades a Jorge Gutiérrez Orvañanos (QEPD, pero de todas formas podía ser un verdadero cerdo) o embarrarle su recontratación en la cara a Hugo Pulido (tenía que decirlo). Sabía que en algún momento del día GDT iba a estar autografiando en el stand de Gentle Giant (creadores de fabulosas y carísimas estatuas y juguetes similares). También sabía que necesitaba cambio de aires antes de emprender la misión, así que fuí a comprar pantalones baratos.

(Tengo sólo una talla y un modelo descontinuado de Levi's que me quedan bien... pero eso es otra historia...)

¿Pantalones siendo que debería haber estado desde las siete de la mañana esperando que abrieran el centro de convenciones? De hecho. Me dije a mí mismo: Mimismo, si no hacemos algo diferente a lo de ayer, vamos estar mentando madres todo el día. Que pase lo que tenga que pasar.

Pasó lo que tuvo que pasar. Y por favor, a partir de este momento cuenten las ocasiones en que hice Zig en lugar de hacer Zag. Si creemos en el destino (y a veces trato), eso hizo toda la diferencia.

Estaba en el Mall pantalonero justo antes de que abrieran, a las 9:00 AM. El centro de convenciones lo abrían a las 10:30, y sabía que una firma importante nunca la harían antes de mediodía. Calculé que estaría bien si llegaba alrededor de las 11:00.

9:12 estaba fuera del JC con los últimos dos pantalones de mi modelo y medida (tendré que buscar otro, pero eso es para otro año) y esperando el Trolley de regreso al hotel. Que es una lata de geeks con paso cada media hora. Alcancé justo el necesario para estar a las

10:15 más o menos, dejando las compras y tomando el portafolio en el hotel, y

10:25 o así, desayunando en el Wendy's de la esquina... la opción más masiva, en lugar del sandwich portátil que acostumbraba en años anteriores. Me encontré a dos conocidos de la escena monera de Monterrey, y al salir rechacé su invitación de esperar el autobús gratuito de la convención. Se tardan más en llegar.

El caso es que centavos antes de las once, estaba en el stand de Gentle Giant, viendo a Lando Calrissian firmando fotos detrás de un par de princesas Leia esclavas. Y al fondo un pizarrón en el que decía que Guillermo del Toro y Doug Jones estarían firmando de 2 a 4 PM.

Me dije: OK, basta con que esté aquí de vuelta a la 1, o así.

Je.

No tenía ganas de ir desde temprano a Elephantmenear, así que decidí darme un rol por la sección de artistas de la convención. Pasé a saludar a Humberto Ramos, y en la plática salió a la luz mi plan de ir con el Memo.

Y, como uno de esos consejos pivotales en mi existencia me dijo: mejor ve a preguntar, porque a veces dan boletos para esas firmas y si no tienes no puedes pasar.

Treinta segundos después, estaba de vuelta en Gentle Giant, y le pregunté a la chamaca que se veía más conocedora cómo funcionaba el asunto de la firma.

Me informó que tenía que comprar una estatua, o bien del Fauno, o bien del Hombre Pálido, y que con mi compra me daban un boleto para la firma de autógrafos.

70 dólares... bueno, el viaje costó más...

Ah, pero, que, un pequeño detalle, ya no había boletos.

Así que mis posibilidades eran exactamente cero, gracias por preguntar.

Sólo una vez recuerdo haber sentido exactamente esa cantidad de decepción por algo. Al final de la premiere de medianoche de Episodio I. Pero bueno, con toda la dignidad de la que era capaz me dije: total, al cabo que ni quería, y enfilé de vuelta a mi recorrido...

Y un ángel me dijo: ¿Quieres conocer a Del Toro?

Bueno, de hecho era un inmigrante paisano llamado Rafael, pero esos detalles los aprendimos después. El caso es que el hombre en cuestión que me interceptó me dijo que había escuchado mi conversación, y me preguntó si tenía algo que quisiera que me autografiaran. Le dije que realmente no, nada más quería conocer al tipo.

Ah, pues me dijo que en ese caso, había una situación: en el stand permitían máximo dos artículos autografiados por persona. Él había comprado las dos estatuas, y además una tercera para un amigo suyo que no había podido ir. Y tenía un segundo boleto para la firma. Así que, ¿qué me parecerá llevar la estatua del amigo y conseguirle un autógrafo, a cambio del boleto?

OH, SÍ. HELL, YES. ¿DÓNDE FIRMO?

No suelo confiar en extraños. Caramba, no suelo confiar en conocidos. Pero, tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Convenimos en vernos ahí mismo a la una y media.

Estaba reseteando mi cerebro para transformar la decepción en tímida esperanza, cuando un pensamiento codicioso surgió de algún lado. Si tenía derecho a dos autógrafos... ¿por qué no conseguir uno para mí?

Claro que eso implicaba conseguir algo autografiable... y la estatua no era opción, por razones de espacio en el vuelo de regreso, y porque no sabría qué hacer con una cosa de esas. Opción dos, entonces, la novela de vampiros del Memo del Toro. Seguro tenía que estar en algún lado de la convención. Y eso me daba algo qué hacer para evitar volverme loco en el ínter.

Vueltas. Vueltas. Vueltas. Empujones. Eksquiusmi y sorry. Chamacas a medio vestir y fenómenos, cada uno más bizarro que el anterior. Ni rastro del méndigo libro.

Más vueltas. Y estaba a punto de abandonar el proyecto (porque no era opción salir del centro de convenciones a buscar una librería y arriesgarme a que se me pasara la hora... pinto mi raya en ese punto), cuando tropiezo con el stand de la editorial y el póster de The Strain by Guillermo del Toro y el otro autor a todo lo que daba en la pared. Justo después del stand atendido por las dos modelos pornochas, pero eso es otra historia (hay fotos).

Naturalmente, le dije al encargado: Por favor, ¿podría comprar una copia de la novela del Memo?

Natural y Murphycamente me respondió: Caramba, es que nada más tenemos el ejemplar de muestra...

Y antinaturalmente agregó: y me da pena vendértelo, así que, toma, llévatelo.

Así nada más.

De manera que para no alargar más el asunto, después de un rato en el stand y otras situaciones, a la una y media me estaba abriendo paso entre las Leias esclavas y los fanáticos enardecidos buscando a mi inmigrante ángel de la guardia. Y no lo encontraba.

Y no lo encontraba...

... porque buscaba al final de la línea. Me estaba haciendo señas desde el quinto lugar en la fila.

Y ahí estuvimos en la espera.

Ustedes saben lo que se siente cuando esperan a que empiece el concierto del músico favorito. La premiere de la película que llevan años esperando. El resultado de la prueba de embarazo. Todas esas sensaciones estuvieron comprimidas durante los siguientes tres cuartos de hora. Porque, como buen mexicano, el asunto empezó tarde.

Pero las estrellas llegaron.

Y después de organizar cámara, estatua, tarjetita, caja, y la novela bajo el otro brazo, con la tarjeta de presentación en mano, pasamos a la reja.

Rápida y cortesmente frente a Doug Jones, y al fin frente a Guillermo del Toro.

--- (Efecto de Flashback de Lost)---

Viernes, el día antes. El día inicia flojo, y para calentar, hago un sketch de Hip Flask (el hipopótamo protagonista de Elephantmen) disfrazado de Hellboy. A Richard Starkings, el escritor y jefe, le fascina, y lo almacena, porque me dice que se lo va a regalar a Mike Mignola, el creador de Hellboy. De pelos, pienso.

Mismo viernes, casi para terminar el día, Starkings me pone enfrente el sketch y me pide que lo dedique a Garry, que es un amigo suyo bien fan de Hellboy, y que seguro lo va a apreciar más que Mignola. Garry está ahí enfrente, y es como una versión en tamaño humano de Michael Clarke Duncan, el de Milagros Inesperados. Ya qué, pienso, qué mejor manera de rematar un día pésimo. Garry se desvive en halagos y agradecimientos, parece buen tipo. De nada, es un placer, le digo. Abur.

--- (Termina Flashback)---

Al fin frente a Guillermo del Toro, y un pensamiento aterrador cruza mi mente: ¿A dónde se fue Rafael? ¿Quién me va a tomar la foto de evidencia?

Y, ¿quién es el fotógrafo oficial del evento, y se acerca para saludarme y preguntarme si quiero una foto?

Garry, el que se fue tan feliz con el sketch el día antes.

En ese momento miré al cielo y dije: sí que tienes sentido del humor...

En fin, tarjeta en mano, tuve mis dos minutos.

No, no recuerdo todas las babosadas que dije. Fue más o menos como mi encuentro con John Buscema, pero creo que logré arrojar todo el bullet pitch como lo había ensayado un millón de veces. Hola, Guillermo, hace mucho quería conocerte, bla, bla, yo hago esto y esto, aquí puedes ver mi trabajo, etc... se mostró interesado, me dijo que le encantaría ver mi portafolio, pero que se iba ir inmediatamente al terminar la firma, y que por lo pronto checaría la página, etc, etc, y no recuerdo más hasta que nos estábamos tomando la foto. Jugando vencidas, por sugerencia suya.

http://www.facebook.com/photo.php?pid=5163473&l=508d9bc224&id=601581626

En fin... ya no recuerdo mucho después de que me retiré y le entregué a Rafael la estatua de su amigo autografiada. (Milagrosamente recordé pedirle al Memo la firma en la novela gratuita en el último momento). Y ahí quedó el asunto.

Si hubiera hecho sólo una cosa diferente... no llego.

Y así como quedó... la verdad, no me importa ya. Tal vez se arme algo y llegue a hacerle algún trabajo, tal vez no. Lo que importa es que contra todas las posibilidades estuve ahí, tuve mi momento y no lo eché a perder. Esperé años por la oportunidad, y, por supuesto, pasó en el momento en que ya no esperaba nada. Así es la vida.

Así es San Diego.

Pórtense mal, cuídense bien...

Eso es.

2 Comments:

Blogger Auro said...

Wooooow... como me hubiera gustado estar ahi!!!! QUe padre que al fin lo conociste... tantas aventuras que hemos pasado juntos buscandolo!!! Por fin!!

6:51 AM  
Blogger Giorgio said...

Jaja, buenísimo, reí mucho y tiene buen final; dicen que "el que busca encuentra" pero en este caso no sé si aplique el famoso dicho... un saludo!

11:59 AM  

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