De vuelta a la costa del destino, una vez más...
Chamacas y chamacos, nuevamente es esa época del año...
Recuerdo con bastante claridad el verano de 1999. Estaba terminando los tres meses más espantosos de mi vida, los que pasé como jefe de diseño nominal de Merchan Design. (Sí, más espantosos que los dos años en el OTRO lugar oscuro, sólo por lo concentrado). Estaba en esa disyuntiva de la vida, recién salido de la escuela (bueno, año y medio después), preguntándome qué era lo que realmente quería hacer con mi vida, bla bla... la progenitora, como hace en momentos culminantes de la historia (diríase mi Hari Seldon, y ese es un chiste 100% geek, si alguien está interesado, ahí está Google), había intervenido con la pregunta crucial:
- A ver... si de veras va en serio lo de los cómics, ¿hay algún lugar a donde puedas ir para buscar trabajo?
A lo que contesté: bueno, la convención más grande del mundo es en San Diego.
Y ella en su infinita sabiduría, dijo: Pues saca tu visa y pasaporte, busca agencia de viajes, y véte a San Diego.
Así de simple.
Y así de complicado.
Porque déjenme decirles que en ese momento de mi vida, no había ido solo y por mis pistolas ni a Chapala...
En fin... el caso es que en el momento de partir tenía meses arreglando trámites y tratando de recordar cómo se hablaba inglés... acababa de salir de una de las relaciones más espantosas posibles (de lo cuál sólo me dí cuenta en retrospectiva, por supuesto, es tan fácil ser sabio en el comentario del flashback...), y me fuí sin permiso del trabajo (conste que yo lo pedí con debida anticipación, y me negaron los tres días después de dos años de desveladas e idas los fines de semana. Al regresar fuí obligado a renunciar, gracias, pero esa es otra historia). Bueno, el caso es que esa vez me dije: aquí va... vamos por todo, todo o nada.
Nunca me había subido a un avión solo.
Caramba, nunca había ido más allá del DF en camión, y eso en bola y con cuates.
Ya he relatado bastantes veces los detalles... pero algo que nunca me canso de recordar, es la sensación al llegar por primera vez frente al Centro de Convenciones, registrarme y entrar.
Era Woodstock. Era la apertura del Mar Rojo. Era El Dorado y Golconda y la Atlántida. Era como ver en vivo y en directo la primera escena de Star Wars, con U2 en vivo tocando "Where the Streets have no Name". Era como ser Indiana Jones al entrar al templo perdido, o como Ellie Halloway al emprender su viaje al cosmos.
Era lo más grande que hubiera visto, antes o después. En ese instante juré que mientras mi humanidad lo permitiera iba a volver ahí cada año.
Y ese año iba por todo o nada.
Más o menos regresé con nada (pero una maleta veinte kilos más pesada).
Pero... volví al siguiente año.
Y al siguiente.
No tengo idea de si las cosas van pasando en su momento, si soy de lento cocimiento, o si estoy muy animal para promocionarme. El caso es que las cosas empezaron a pasar hasta la tan mentada cuestión del Metal Hurlant y Jodorowsky en el 2003. Y después, volvió a encaminarse con lo de Platinum en el 2006. Desde entonces, poco más o menos, no han parado.
Tantas anécdotas, tantos conocidos, unas cuantas leyendas... no sé si hubiera tenido una carrera más rápida y furiosa buscando en otros lugares o trabajando más en línea, o si hubiera hecho zig en lugar de zag en cualquier lado del camino. El caso es que este es la décima segunda Comic-con a la que asisto. Ya con más cosas bajo el brazo, y por una vez con algo así como un stand de base. 50 Girls 50 debería publicarse este año. Vienen más cosas de Elephantmen, por lo menos otra de Heavy Metal... bueno, han salido cosas que no hubieran aparecido si me hubiera quedado sentado en Merchan. Y cualquiera que consigamos en esta ida es ganancia.
Siempre me da pánico escénico antes del viaje. Pero no puedo esperar a estar allá. En el único lugar el mundo donde puedo encontrar una primera edición de Harlan Ellison de 1967, conocer a Ray Harryhaussen o tropezar con Mike Mignola, mientras al otro lado del pasillo están tomando una foto comunitaria con veinte princesas Leias vestidas de esclavas frente a la estatua gigante de Jabba, justo a diez metros de donde está firmando Leonard Nimoy y un poco más allá del modelo de la Stargate (¡Y este año de las cámaras de hibernación del Nostromo!)...
Sí, es cosa de locos. 130 mil criaturas en el mismo espacio. Algunos momentos en los que no puedes ni respirar, ya no digamos caminar. La frustración total al saber que es imposible entrar a conocer al elenco de Big Bang Theory y al de Lost, porque ambas presentaciones son simultáneas... en fin.
No hay otro lugar que pueda compararse a San Diego durante esos cinco días. Le he dejado bastantes ahorros, pero también me ha dejado más de lo que esperaba. Vamos a ver qué pasa ahora.
Pórtense mal, cuídense bien, Nancynismo para todos... saludos a todos y disculpen la prisa, la hija necesita ser bañada.
Eso sí, saludos a la mejor esposa del mundo mundial e hija, que ahora se quedan cuidando la fortaleza...
Próxima semana... veremos.
Y como remate, le dieron una buena crítica al primer número de Horizonte cero en Cinemanía:
http://www.facebook.com/photo.php?pid=142482&id=116004805103707
Eso es.
Recuerdo con bastante claridad el verano de 1999. Estaba terminando los tres meses más espantosos de mi vida, los que pasé como jefe de diseño nominal de Merchan Design. (Sí, más espantosos que los dos años en el OTRO lugar oscuro, sólo por lo concentrado). Estaba en esa disyuntiva de la vida, recién salido de la escuela (bueno, año y medio después), preguntándome qué era lo que realmente quería hacer con mi vida, bla bla... la progenitora, como hace en momentos culminantes de la historia (diríase mi Hari Seldon, y ese es un chiste 100% geek, si alguien está interesado, ahí está Google), había intervenido con la pregunta crucial:
- A ver... si de veras va en serio lo de los cómics, ¿hay algún lugar a donde puedas ir para buscar trabajo?
A lo que contesté: bueno, la convención más grande del mundo es en San Diego.
Y ella en su infinita sabiduría, dijo: Pues saca tu visa y pasaporte, busca agencia de viajes, y véte a San Diego.
Así de simple.
Y así de complicado.
Porque déjenme decirles que en ese momento de mi vida, no había ido solo y por mis pistolas ni a Chapala...
En fin... el caso es que en el momento de partir tenía meses arreglando trámites y tratando de recordar cómo se hablaba inglés... acababa de salir de una de las relaciones más espantosas posibles (de lo cuál sólo me dí cuenta en retrospectiva, por supuesto, es tan fácil ser sabio en el comentario del flashback...), y me fuí sin permiso del trabajo (conste que yo lo pedí con debida anticipación, y me negaron los tres días después de dos años de desveladas e idas los fines de semana. Al regresar fuí obligado a renunciar, gracias, pero esa es otra historia). Bueno, el caso es que esa vez me dije: aquí va... vamos por todo, todo o nada.
Nunca me había subido a un avión solo.
Caramba, nunca había ido más allá del DF en camión, y eso en bola y con cuates.
Ya he relatado bastantes veces los detalles... pero algo que nunca me canso de recordar, es la sensación al llegar por primera vez frente al Centro de Convenciones, registrarme y entrar.
Era Woodstock. Era la apertura del Mar Rojo. Era El Dorado y Golconda y la Atlántida. Era como ver en vivo y en directo la primera escena de Star Wars, con U2 en vivo tocando "Where the Streets have no Name". Era como ser Indiana Jones al entrar al templo perdido, o como Ellie Halloway al emprender su viaje al cosmos.
Era lo más grande que hubiera visto, antes o después. En ese instante juré que mientras mi humanidad lo permitiera iba a volver ahí cada año.
Y ese año iba por todo o nada.
Más o menos regresé con nada (pero una maleta veinte kilos más pesada).
Pero... volví al siguiente año.
Y al siguiente.
No tengo idea de si las cosas van pasando en su momento, si soy de lento cocimiento, o si estoy muy animal para promocionarme. El caso es que las cosas empezaron a pasar hasta la tan mentada cuestión del Metal Hurlant y Jodorowsky en el 2003. Y después, volvió a encaminarse con lo de Platinum en el 2006. Desde entonces, poco más o menos, no han parado.
Tantas anécdotas, tantos conocidos, unas cuantas leyendas... no sé si hubiera tenido una carrera más rápida y furiosa buscando en otros lugares o trabajando más en línea, o si hubiera hecho zig en lugar de zag en cualquier lado del camino. El caso es que este es la décima segunda Comic-con a la que asisto. Ya con más cosas bajo el brazo, y por una vez con algo así como un stand de base. 50 Girls 50 debería publicarse este año. Vienen más cosas de Elephantmen, por lo menos otra de Heavy Metal... bueno, han salido cosas que no hubieran aparecido si me hubiera quedado sentado en Merchan. Y cualquiera que consigamos en esta ida es ganancia.
Siempre me da pánico escénico antes del viaje. Pero no puedo esperar a estar allá. En el único lugar el mundo donde puedo encontrar una primera edición de Harlan Ellison de 1967, conocer a Ray Harryhaussen o tropezar con Mike Mignola, mientras al otro lado del pasillo están tomando una foto comunitaria con veinte princesas Leias vestidas de esclavas frente a la estatua gigante de Jabba, justo a diez metros de donde está firmando Leonard Nimoy y un poco más allá del modelo de la Stargate (¡Y este año de las cámaras de hibernación del Nostromo!)...
Sí, es cosa de locos. 130 mil criaturas en el mismo espacio. Algunos momentos en los que no puedes ni respirar, ya no digamos caminar. La frustración total al saber que es imposible entrar a conocer al elenco de Big Bang Theory y al de Lost, porque ambas presentaciones son simultáneas... en fin.
No hay otro lugar que pueda compararse a San Diego durante esos cinco días. Le he dejado bastantes ahorros, pero también me ha dejado más de lo que esperaba. Vamos a ver qué pasa ahora.
Pórtense mal, cuídense bien, Nancynismo para todos... saludos a todos y disculpen la prisa, la hija necesita ser bañada.
Eso sí, saludos a la mejor esposa del mundo mundial e hija, que ahora se quedan cuidando la fortaleza...
Próxima semana... veremos.
Y como remate, le dieron una buena crítica al primer número de Horizonte cero en Cinemanía:
http://www.facebook.com/photo.php?pid=142482&id=116004805103707
Eso es.
1 Comments:
Que le vaya bien en el viaje y saludos a la familia.
La anecdota me suena a mi con el elenco de la Feria Internacional del Libro.
Sin salir de casa.
Cuidese.
Salud.
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