Última semana de relativa paz...
Chamacas y chamacos, sin atribuirme ninguna habilidad similar a las del pulpo Paul, debo hacer notar con curiosidad que cinco minutos antes del final del partido, por fin decidí que le iba a Holanda. España anotó un minuto después...
En fin.
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SÍ, VIRGINIA, SÍ EXISTE EL HADA DE LOS DIENTES. AHORA DÍ AAAAAAAAAHHHH.
Después de algo más de cuatro años, si no me equivoco, finalmente mi muela biónica se rindió hace semana y media. La primera ocasión se había fracturado más o menos a la mitad, y la dentista tuvo a bien reconstruirla con un masacote de amalgama. Por lo que me dijo, eventualmente habría que hacerle endodoncia, o sacarla, o algo así, pero que eso nos daba la opción de mantenerla en su lugar hasta que buenamente le llegara hora.
Dicha hora llegó debida a un totopo que se llevó otra cuarta parte de la muela (segundo premolar superior izquierdo, pues) y todo el masacote de amalgama. La doctora diagnosticó que el paciente estaba perdido y había que eliminar.
Entra la sobrina dentista de la doctora.
Desde el principio de los tiempos, el hombre ha mirado al Cielo, a las Estrellas, al ciclo de la Naturaleza, o a las entrañas de las cosas que encuentra embarradas en la Carretera, buscando señales que le indiquen su destino, su procedencia o su lugar en el mundo.
No puedo leer las Estrellas o las Vísceras... pero ahora sé exactamente la señal que está enviando una sobrina dentista que pone un canal de reggetón en el consultorio y canta mientras trabaja...
El paro fue que la muela estaba muy desmineralizada y que se rompía con cada intento de extracción. El hecho es que esas fueron las dos horas más espantosas de las que tengo memoria, desde aquella vez que me recomendaron ver Las Horas con Nicole Kidman.
La asistencia de la tía doctora no fue más exitosa. He aquí dos señales más a tener en cuenta: la primera, "Ve por el fórceps" no es un buen augurio...
La segunda: "Nunca había visto algo como esto" es de las que asustaban menos si las decía Nostradamus.
Y la muela no se rindió. Quedó al ras, pero no quiso salir.
Fuí regresado a mi celda mental (¿dental?) hasta la cita tres días después con el cirujano maxilofacial.
(Y durante las siguientes ocho horas tuve exactamente la energía de un kilo de masa de tortilla de seis años a temperatura ambiente).
---
NO, VIRGINIA, NO EXISTE LA ANESTESIA, ES UNA LEYENDA URBANA. DÍ "AUXILIO"...
Vuelta el viernes, a la cita con el cirujano maxilofacial.
El chamaco se presentó (tres cuartos de hora después de la hora convenida) como experto en su área. Como sea. Si no hablo ruso, la persona que diga Vodka y Dasdivania me impacta, así que supusimos que sería experto.
El procedimiento sonaba a la descripción de Michael Bay de una escena porno: abrimos, entramos, sacamos y cerramos.
Se me dijo: lo único que podría causarte una leve molestia es la aplicación de la anestesia.
Me fue aplicada la anestesia.
Sentí una leve molestia.
(Estamos aplicando el término leve en el sentido más general de la palabra. Por ejemplo, Paris Hilton es levemente piruja o este país es levemente corrupto).
La imagen que vino a mi mente fue la del principio de Aunque Ud. No lo Crea de Ripley, allá en los 80's, en la que se veía un cráneo humano atravesado por una estaca. Supuse que compartíamos cirujano maxilofacial.
Lo último que dije mientras pude hablar fue: doctor, recuerde que tengo una hija a la que quisiera volver a ver. (El comentario extra: ¡Y que si yo fallezco en la mesa se entrenará hasta la cúlspide de la perfección humana y dedicará su vida y fortuna a combatir a los dentistas vestida de murciélago! se perdió entre las pinzas y el taladro.)
Ruidos de raspado.
Ruidos de taladrado.
Ruidos de algo tronando.
Una patada de burro en la lengua.
Y justo cuando estaba esperando el golpe letal, el cirujano maxilofacial me informó que ya había terminado. Muela extraída, herida suturada.
Así de anticlimático. Tiempo total de la experiencia: difícilmente diez minutos.
Recomendaciones, receta de analgésico (mi reino por una receta de Vicodín), otra cita una semana después a que me quiten los puntos, etc. Creo que me empecé a asustar cuando saliendo del consultorio me llevé una mano a la cara, palpé textura y sensibilidad y pensé: ¿a qué hora me pusieron la aplicación de látex para transformarme en efecto especial?, y me dí cuenta de que eso era mi cara...
El caso es que llevo dos días comiendo en stop motion y teniéndole terror a juntar los dientes... supongo que después del San Diegazo tendré que volver a que me apliquen alguna cosa biónica o similar. Mis pequeños pitufitos, háganle caso a los comerciales de pasta de dientes. He dicho.
Pórtense mal, cuídense bien, Nancynismo para todos... saludos a la Polla desaparecida, a la Prieta paseada, al buen Buttkick, al Sr. Quintero, al cuate Edel, y a toda la maravillosa gente al otro lado del Alzheimer.
Y a la mejor esposa del mundo mundial. E hija. Que a sus cuatro meses pesa 6 kilos 200 gramos, o sea 25 gramos más que la Copa del Mundo. Quiobo.
Próxima semana, de vuelta por décimo segundo año a las costas del destino.
RECOMENDACIONES:
-TOY STORY 3:
MMM... mejor la dejo para otro desplante rollero. Pero vayan a verla. Varias veces.
Eso es.
En fin.
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SÍ, VIRGINIA, SÍ EXISTE EL HADA DE LOS DIENTES. AHORA DÍ AAAAAAAAAHHHH.
Después de algo más de cuatro años, si no me equivoco, finalmente mi muela biónica se rindió hace semana y media. La primera ocasión se había fracturado más o menos a la mitad, y la dentista tuvo a bien reconstruirla con un masacote de amalgama. Por lo que me dijo, eventualmente habría que hacerle endodoncia, o sacarla, o algo así, pero que eso nos daba la opción de mantenerla en su lugar hasta que buenamente le llegara hora.
Dicha hora llegó debida a un totopo que se llevó otra cuarta parte de la muela (segundo premolar superior izquierdo, pues) y todo el masacote de amalgama. La doctora diagnosticó que el paciente estaba perdido y había que eliminar.
Entra la sobrina dentista de la doctora.
Desde el principio de los tiempos, el hombre ha mirado al Cielo, a las Estrellas, al ciclo de la Naturaleza, o a las entrañas de las cosas que encuentra embarradas en la Carretera, buscando señales que le indiquen su destino, su procedencia o su lugar en el mundo.
No puedo leer las Estrellas o las Vísceras... pero ahora sé exactamente la señal que está enviando una sobrina dentista que pone un canal de reggetón en el consultorio y canta mientras trabaja...
El paro fue que la muela estaba muy desmineralizada y que se rompía con cada intento de extracción. El hecho es que esas fueron las dos horas más espantosas de las que tengo memoria, desde aquella vez que me recomendaron ver Las Horas con Nicole Kidman.
La asistencia de la tía doctora no fue más exitosa. He aquí dos señales más a tener en cuenta: la primera, "Ve por el fórceps" no es un buen augurio...
La segunda: "Nunca había visto algo como esto" es de las que asustaban menos si las decía Nostradamus.
Y la muela no se rindió. Quedó al ras, pero no quiso salir.
Fuí regresado a mi celda mental (¿dental?) hasta la cita tres días después con el cirujano maxilofacial.
(Y durante las siguientes ocho horas tuve exactamente la energía de un kilo de masa de tortilla de seis años a temperatura ambiente).
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NO, VIRGINIA, NO EXISTE LA ANESTESIA, ES UNA LEYENDA URBANA. DÍ "AUXILIO"...
Vuelta el viernes, a la cita con el cirujano maxilofacial.
El chamaco se presentó (tres cuartos de hora después de la hora convenida) como experto en su área. Como sea. Si no hablo ruso, la persona que diga Vodka y Dasdivania me impacta, así que supusimos que sería experto.
El procedimiento sonaba a la descripción de Michael Bay de una escena porno: abrimos, entramos, sacamos y cerramos.
Se me dijo: lo único que podría causarte una leve molestia es la aplicación de la anestesia.
Me fue aplicada la anestesia.
Sentí una leve molestia.
(Estamos aplicando el término leve en el sentido más general de la palabra. Por ejemplo, Paris Hilton es levemente piruja o este país es levemente corrupto).
La imagen que vino a mi mente fue la del principio de Aunque Ud. No lo Crea de Ripley, allá en los 80's, en la que se veía un cráneo humano atravesado por una estaca. Supuse que compartíamos cirujano maxilofacial.
Lo último que dije mientras pude hablar fue: doctor, recuerde que tengo una hija a la que quisiera volver a ver. (El comentario extra: ¡Y que si yo fallezco en la mesa se entrenará hasta la cúlspide de la perfección humana y dedicará su vida y fortuna a combatir a los dentistas vestida de murciélago! se perdió entre las pinzas y el taladro.)
Ruidos de raspado.
Ruidos de taladrado.
Ruidos de algo tronando.
Una patada de burro en la lengua.
Y justo cuando estaba esperando el golpe letal, el cirujano maxilofacial me informó que ya había terminado. Muela extraída, herida suturada.
Así de anticlimático. Tiempo total de la experiencia: difícilmente diez minutos.
Recomendaciones, receta de analgésico (mi reino por una receta de Vicodín), otra cita una semana después a que me quiten los puntos, etc. Creo que me empecé a asustar cuando saliendo del consultorio me llevé una mano a la cara, palpé textura y sensibilidad y pensé: ¿a qué hora me pusieron la aplicación de látex para transformarme en efecto especial?, y me dí cuenta de que eso era mi cara...
El caso es que llevo dos días comiendo en stop motion y teniéndole terror a juntar los dientes... supongo que después del San Diegazo tendré que volver a que me apliquen alguna cosa biónica o similar. Mis pequeños pitufitos, háganle caso a los comerciales de pasta de dientes. He dicho.
Pórtense mal, cuídense bien, Nancynismo para todos... saludos a la Polla desaparecida, a la Prieta paseada, al buen Buttkick, al Sr. Quintero, al cuate Edel, y a toda la maravillosa gente al otro lado del Alzheimer.
Y a la mejor esposa del mundo mundial. E hija. Que a sus cuatro meses pesa 6 kilos 200 gramos, o sea 25 gramos más que la Copa del Mundo. Quiobo.
Próxima semana, de vuelta por décimo segundo año a las costas del destino.
RECOMENDACIONES:
-TOY STORY 3:
MMM... mejor la dejo para otro desplante rollero. Pero vayan a verla. Varias veces.
Eso es.
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