2010: Odisea del burócrata...
... así que la misión del día fué renovar el Seguro de Trabajador Independiente del H IMSS.
(La familia me insiste en que atención médica de tercer mundo es mejor que ninguna, y que las semanas cotizadas son importantes para el futuro, y todo eso, como sea...)
Lo primero que pega al entrar a la Subdelegación del IMSS es el anacronismo de tener pantallas de plasma y monitores planos en una infraestructura que podría salir como oficina burocrática 1 en cualquier película de Alfonso Zayas. Como ver a George Burns con Ipod. En fin.
Y pasó el tiempo. Se supone que tenía que esperar a que apareciera mi número en pantalla para pasar a la ventanilla 17. Tenía el 84. Iba el 80.
Después el 79.
Tuve visiones de Marty McFly y de las canas ennegreciéndose y los pollos entrando al cascarón. Después resultó que la numeración del IMSS sigue su propia lógica, y de todas formas a uno lo llaman dos o más veces en cada ventanilla antes de que termine la aventura.
La variedad de especies era apenas comparable a la cantina de Mos Eisley. Lucas podría demandarlos.
Y pasó el tiempo.
En algún momento un ciudadano de la tercera edad en silla de ruedas tomó su lugar junto a una fila de asientos. En algún lugar apareció una masa tamaño Vitorino con cabellera de Amanda Miguel. Justo cuando esperaba que en cualquier momento llamaran a abordar el vuelo 815 de Oceanic, me llamaron a la ventanilla.
Y después de trastear con los documentos, me dijeron que me volverían a llamar.
Y pasó el tiempo.
Entidades seguían pasando. Un híbrido de Pepe Aguilar y Pepe el Toro (overol y camiseta de rayas incluída) se paseaba bajo las pantallas. Esperaba que en cualquier momento protagonizara algún chiste.
Y me llamaron otra vez a la ventanilla.
Y me mandaron a la otra ventanilla, la atendida por Carmen Salinas región 4, que me dió seis diskettes...
DISKETTES.
Para que pasara al banco a imprimir sus contenidos y liquidar sus cantidades.
Carmen Salinas me dijo: sacas dos copias de las carátulas.
Carátula, por definición, es la cubierta, asumí yo.
No lo era.
Cuando regresé, con el bolsillo vacío y las copias aún calientes, resultó que Carmen Salinas había dado paso a la hija del Capitán Jack Sparrow y Jack Skellington. Que me informó que lo que querían era copias por los dos lados. Y que ellos jamás habrían dicho carátula.
Otra vuelta por copias.
Otra vuelta con Sparrow Junior.
Que me regresó a la ventanilla original.
Donde me dieron el documento anhelado.
Tiempo total: poco más de tres horas.
Y resulta que es cada año...
Eso es.
(La familia me insiste en que atención médica de tercer mundo es mejor que ninguna, y que las semanas cotizadas son importantes para el futuro, y todo eso, como sea...)
Lo primero que pega al entrar a la Subdelegación del IMSS es el anacronismo de tener pantallas de plasma y monitores planos en una infraestructura que podría salir como oficina burocrática 1 en cualquier película de Alfonso Zayas. Como ver a George Burns con Ipod. En fin.
Y pasó el tiempo. Se supone que tenía que esperar a que apareciera mi número en pantalla para pasar a la ventanilla 17. Tenía el 84. Iba el 80.
Después el 79.
Tuve visiones de Marty McFly y de las canas ennegreciéndose y los pollos entrando al cascarón. Después resultó que la numeración del IMSS sigue su propia lógica, y de todas formas a uno lo llaman dos o más veces en cada ventanilla antes de que termine la aventura.
La variedad de especies era apenas comparable a la cantina de Mos Eisley. Lucas podría demandarlos.
Y pasó el tiempo.
En algún momento un ciudadano de la tercera edad en silla de ruedas tomó su lugar junto a una fila de asientos. En algún lugar apareció una masa tamaño Vitorino con cabellera de Amanda Miguel. Justo cuando esperaba que en cualquier momento llamaran a abordar el vuelo 815 de Oceanic, me llamaron a la ventanilla.
Y después de trastear con los documentos, me dijeron que me volverían a llamar.
Y pasó el tiempo.
Entidades seguían pasando. Un híbrido de Pepe Aguilar y Pepe el Toro (overol y camiseta de rayas incluída) se paseaba bajo las pantallas. Esperaba que en cualquier momento protagonizara algún chiste.
Y me llamaron otra vez a la ventanilla.
Y me mandaron a la otra ventanilla, la atendida por Carmen Salinas región 4, que me dió seis diskettes...
DISKETTES.
Para que pasara al banco a imprimir sus contenidos y liquidar sus cantidades.
Carmen Salinas me dijo: sacas dos copias de las carátulas.
Carátula, por definición, es la cubierta, asumí yo.
No lo era.
Cuando regresé, con el bolsillo vacío y las copias aún calientes, resultó que Carmen Salinas había dado paso a la hija del Capitán Jack Sparrow y Jack Skellington. Que me informó que lo que querían era copias por los dos lados. Y que ellos jamás habrían dicho carátula.
Otra vuelta por copias.
Otra vuelta con Sparrow Junior.
Que me regresó a la ventanilla original.
Donde me dieron el documento anhelado.
Tiempo total: poco más de tres horas.
Y resulta que es cada año...
Eso es.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home