Viernes de boda real...
... y aprovechando, ése es uno de los garabatos más cursis que he hecho, celebrando el vigésimo aniversario de Bone, de Jeff Smith. Y si no han leído la serie, qué pena me dan, salgan corriendo por ella. Es una de esas revelaciones que uno se pregunta en dónde estaban escondidas. Sí, parecen monos de proto-Walt Disney, y hay bastante humor para reforzar la impresión, pero la historia tiene infinidad de capas, y al final se convierte en una épica que rivaliza con el Señor de los Anillos. Y tiene mejor final.
Sí, el Smith es uno de esos seres humanos que odiaría a muerte si no lo admirara tanto, así de genial es.
En fin.
Boda.
Mmm... la verdad, por lo que recuerdo, la noche anterior uno no duerme. O la semana anterior. Todas las pequeñas mafufadas se vuelven complicaciones, desde la angustia de cómo se pone el dichoso frac hasta por qué se tarda tanto el tío con la camioneta. Y todo mundo se suelta llorando. Y eso que en el caso de un servidor, manejamos el paquete hiper económico (bordeando en tacaño, pero lo llamamos familiar), taquiza y estéreo.
Eso sí, la intención es lo que cuenta. Probablemente el presupuesto de la familia real sea un poco superior.
(No, realmente no comprendo el concepto de gastar todo el presupuesto en una fiesta que va a durar cuatro o cinco horas y que vas a seguir pagando por años... demasiados gastos hay en la vida real como para preocuparse por esas jaladas. En mi humilde opinión. Claro que eso puede explicar muchas de mis carencias sociales).
En fin, ya nos contará Estibaliz cómo estuvo el guateque.
Caramba, el lunes ya estamos en el mundo real otra vez. Ya me estaba acostumbrando a la paz.
Sean felices, es viernes.
Eso es.
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