Caotiqueando...
Chamacas y chamacos, han sido días extraños. Tal y como en la película dirigida por Katrhyn Bigelow, mejor conocida como la peor pesadilla en exes a la enésima.
Me decía Luis Abbadié que justo cuando te acostumbras a la rutina del infante, te la cambia. Lo cuál ha sido bastante cierto últimamente. A pesar de que el pediatra nos acaba de decir que Alexa va maravillosamente, con cien gramos y tres centímetros más de lo que se esperaba a sus dos meses (lo que significa, entre otras cosas, que la ropa tamaño tres meses ya está en uso, y será descartada pronto. Incluyendo extraños mamelucos de franela que con este calor jamás va a estrenar), ha agarrado la incómoda costumbre de dormir toda la noche. Incómoda, porque la compensa con tres o cuatro horas berreando antes de caer dormida.
Si tan sólo aprendiera pronto a estar despierta en silencio...
(También me dicen que la afición a las desveladas podría ser genética... en cuyo caso las cinco horas seguidas que duerme es más o menos todo a lo que podrá aspirar).
Mucho qué hacer... según yo tomo cada instante disponible para lapicear, o entintar, o leer guiones, y estoy haciendo todo lo posible por terminar el número 3 de 50 Girls 50 la próxima semana. De cualquier forma estaría cumpliendo casi tres meses con este número en particular, lo cuál jamás me había pasado. ¿Será la edad?
(Si hace un año alguien me hubiera dicho que en un momento de mi vida iba a dejar esperando a Frank Cho y a Richard Starkings por estar arrullando a la heredera, que hace un año ni siquiera estaba en camino... me hubiera doblado de la risa).
Las noticias parecen cada vez más rebanadas de Blade Runner o de Brazil. Doblemente surrealistas.
La escena de Salo que ví alguna vez no me dió ni la décima parte de las náuseas que sentí al ver la nueva campaña del Pendejente Pejítimo, entre campos soleados y niños columpiándose esperando el nuevo día. Asco.
Se puede perder una cantidad obscena de tiempo en el Tuiter y el Feisbuk. Me he limitado a dedicarles quince minutos al día, más es grosería.
En realidad los gringos piensan que el Cinco de Mayo es como nuestro Cuatro de Julio, Día de Gracias y Mardi Gras en uno.
Pórtense mal, cúidense bien, Nancynismo para todos... saludos a la Prieta enchocolatada, a la Polla ocupada, al buen Buttkick, al heróico Cuaas, al cuate Edel, al Animal y familia, a Sumi, y a toda la maravillosa gente al otro lado del Alzheimer.
Y a la mejor esposa del mundo mundial. E hija.
Próxima semana, comparación entre el policarbonato de alto impacto y la gelatina Pronto que cuaja solita muy rapidito fuera del refrigerador.
RECOMENDACIONES:
-IRON MAN 2
(La cuál tiene un significado profundo para un servidor, al menos por ser la primera vez que entramos al cine desde que se rompió la fuente... )
(En este espacio imaginen que van las obscenidades que me pasaron por la mente cuando el Cinepolito de la Ciudadela me dijo: se canceló la función de las doce en la macropantalla. Pero aquí tengo una que empezó a las once y media, con comerciales apenas te pierdes quince minutos...)
Iron Man ha sido tal vez el éxito más grande de toda la bonanza de películas superhéroicas que empezaron hace más de diez años, en los tiempos de Blade. No por su alcance artístico (que fue notable) ni por su desempeño en taquilla (que fue sobresaliente, y ya empiezo a sonar como Christian Martinoli, espero que no sea fiebre futbolera), sino porque ha sido la única que tomó a un personaje desconocido para el 99.99 % de la raza humana y lo convirtió en un ícono a la altura de Batman o Spider-man. La única que aprovechó el morbo de una carrera en el fondo del abismo como la de Robert Downey Jr. y la llevó al rol que sólo llega una vez en la vida. La única que de la nada logró una aventura inteligente, rápida y entretenida sin sacrificar neuronas ni perder el tiempo en derivaciones filosóficas. Una perfecta película de verano, con un factor de repetibilidad fabuloso, que gritaba "franquicia" en cada cuadro.
La segunda vez, no está nada mal.
En la primera entrega, Tony Stark se dió cuenta de que podía hacer cosas extraordinarias. En la segunda, tiene que darse cuenta de que no puede hacerlas sin ayuda. Tiene su fabulosa tecnología suelta como el proverbial genio fuera de la botella. El generador que lo mantiene con vida también lo está matando. Y ése es sólo el principio...
Era prácticamente imposible recuperar la frescura de la primera parte. Pero ya sin el obstáculo del origen, Jon Favreau se dedica a examinar el impacto que el hombre de la armadura tiene en el mundo. La aventura no está tan enfocada ni tan directa como la anterior, deriva un tanto en la parte media. Pero lo que funciona bien, funciona imposiblemente bien.
Las actuaciones es lo primero que salta. El Downey ya es inseparable de Tony Stark, lo van a enterrar caracterizado. Mickey Rourke está perfecto como un villano que no resistes odiar pero que quieres tener en la pantalla todo el tiempo posible (otra de esas carreras que estaba en el fondo...). La Paltrow, el L. Jackson, la Johannson, incluso el Favreau, que además de dirigir hace el papel de Happy, están a sus anchas en sus papeles y nada más sus defectos, manías e interacciones dan para vender la película. El único detalle es el cambio de Terence Howard por un Don Cheadle de lo más anónimo, que ni siquiera en traje de War Machine logra impresionar. Pero así son esas cosas.
En cuanto a las nuevas cosas... sí, las armaduras son más y mejores (aunque la final de Whiplash parece boceto rechazado de la que usó Obadiah Stone en la primera parte), ése detalle de la armadura-portafolio es de antología... todos los efectos y la ambición están multiplicados por cien, y el viaje de Tony Stark es simple, eficiente y efectivo. Empieza como un ególatra bienintencionado con una seria adicción a sí mismo, y termina como, bueno, tendrán que verlo.
Esta es una enorme aventura. No me hace brincar del entusiasmo simplemente porque la primera creó demasiadas expectativas, pero tiene muy pocos momentos de desperdicio. Vamos a dejarlo en que es una secuela al menos tan buena como la original, igual o más entretenida y con el mismo respeto a su universo. A cada personaje le dan espacio para brillar, y todos los fabulosos juguetes tienen su turno. Y el camino se está despejando inevitablemente para la película de Avengers.
(Sí, la escena de después de los créditos es sólo para geeks. Pero de enorme manera).
Si mantiene este nivel, Tony Stark tiene mi membresía en su expo de por vida. Luego hablamos de la Johannson...
Eso es.
Me decía Luis Abbadié que justo cuando te acostumbras a la rutina del infante, te la cambia. Lo cuál ha sido bastante cierto últimamente. A pesar de que el pediatra nos acaba de decir que Alexa va maravillosamente, con cien gramos y tres centímetros más de lo que se esperaba a sus dos meses (lo que significa, entre otras cosas, que la ropa tamaño tres meses ya está en uso, y será descartada pronto. Incluyendo extraños mamelucos de franela que con este calor jamás va a estrenar), ha agarrado la incómoda costumbre de dormir toda la noche. Incómoda, porque la compensa con tres o cuatro horas berreando antes de caer dormida.
Si tan sólo aprendiera pronto a estar despierta en silencio...
(También me dicen que la afición a las desveladas podría ser genética... en cuyo caso las cinco horas seguidas que duerme es más o menos todo a lo que podrá aspirar).
Mucho qué hacer... según yo tomo cada instante disponible para lapicear, o entintar, o leer guiones, y estoy haciendo todo lo posible por terminar el número 3 de 50 Girls 50 la próxima semana. De cualquier forma estaría cumpliendo casi tres meses con este número en particular, lo cuál jamás me había pasado. ¿Será la edad?
(Si hace un año alguien me hubiera dicho que en un momento de mi vida iba a dejar esperando a Frank Cho y a Richard Starkings por estar arrullando a la heredera, que hace un año ni siquiera estaba en camino... me hubiera doblado de la risa).
Las noticias parecen cada vez más rebanadas de Blade Runner o de Brazil. Doblemente surrealistas.
La escena de Salo que ví alguna vez no me dió ni la décima parte de las náuseas que sentí al ver la nueva campaña del Pendejente Pejítimo, entre campos soleados y niños columpiándose esperando el nuevo día. Asco.
Se puede perder una cantidad obscena de tiempo en el Tuiter y el Feisbuk. Me he limitado a dedicarles quince minutos al día, más es grosería.
En realidad los gringos piensan que el Cinco de Mayo es como nuestro Cuatro de Julio, Día de Gracias y Mardi Gras en uno.
Pórtense mal, cúidense bien, Nancynismo para todos... saludos a la Prieta enchocolatada, a la Polla ocupada, al buen Buttkick, al heróico Cuaas, al cuate Edel, al Animal y familia, a Sumi, y a toda la maravillosa gente al otro lado del Alzheimer.
Y a la mejor esposa del mundo mundial. E hija.
Próxima semana, comparación entre el policarbonato de alto impacto y la gelatina Pronto que cuaja solita muy rapidito fuera del refrigerador.
RECOMENDACIONES:
-IRON MAN 2
(La cuál tiene un significado profundo para un servidor, al menos por ser la primera vez que entramos al cine desde que se rompió la fuente... )
(En este espacio imaginen que van las obscenidades que me pasaron por la mente cuando el Cinepolito de la Ciudadela me dijo: se canceló la función de las doce en la macropantalla. Pero aquí tengo una que empezó a las once y media, con comerciales apenas te pierdes quince minutos...)
Iron Man ha sido tal vez el éxito más grande de toda la bonanza de películas superhéroicas que empezaron hace más de diez años, en los tiempos de Blade. No por su alcance artístico (que fue notable) ni por su desempeño en taquilla (que fue sobresaliente, y ya empiezo a sonar como Christian Martinoli, espero que no sea fiebre futbolera), sino porque ha sido la única que tomó a un personaje desconocido para el 99.99 % de la raza humana y lo convirtió en un ícono a la altura de Batman o Spider-man. La única que aprovechó el morbo de una carrera en el fondo del abismo como la de Robert Downey Jr. y la llevó al rol que sólo llega una vez en la vida. La única que de la nada logró una aventura inteligente, rápida y entretenida sin sacrificar neuronas ni perder el tiempo en derivaciones filosóficas. Una perfecta película de verano, con un factor de repetibilidad fabuloso, que gritaba "franquicia" en cada cuadro.
La segunda vez, no está nada mal.
En la primera entrega, Tony Stark se dió cuenta de que podía hacer cosas extraordinarias. En la segunda, tiene que darse cuenta de que no puede hacerlas sin ayuda. Tiene su fabulosa tecnología suelta como el proverbial genio fuera de la botella. El generador que lo mantiene con vida también lo está matando. Y ése es sólo el principio...
Era prácticamente imposible recuperar la frescura de la primera parte. Pero ya sin el obstáculo del origen, Jon Favreau se dedica a examinar el impacto que el hombre de la armadura tiene en el mundo. La aventura no está tan enfocada ni tan directa como la anterior, deriva un tanto en la parte media. Pero lo que funciona bien, funciona imposiblemente bien.
Las actuaciones es lo primero que salta. El Downey ya es inseparable de Tony Stark, lo van a enterrar caracterizado. Mickey Rourke está perfecto como un villano que no resistes odiar pero que quieres tener en la pantalla todo el tiempo posible (otra de esas carreras que estaba en el fondo...). La Paltrow, el L. Jackson, la Johannson, incluso el Favreau, que además de dirigir hace el papel de Happy, están a sus anchas en sus papeles y nada más sus defectos, manías e interacciones dan para vender la película. El único detalle es el cambio de Terence Howard por un Don Cheadle de lo más anónimo, que ni siquiera en traje de War Machine logra impresionar. Pero así son esas cosas.
En cuanto a las nuevas cosas... sí, las armaduras son más y mejores (aunque la final de Whiplash parece boceto rechazado de la que usó Obadiah Stone en la primera parte), ése detalle de la armadura-portafolio es de antología... todos los efectos y la ambición están multiplicados por cien, y el viaje de Tony Stark es simple, eficiente y efectivo. Empieza como un ególatra bienintencionado con una seria adicción a sí mismo, y termina como, bueno, tendrán que verlo.
Esta es una enorme aventura. No me hace brincar del entusiasmo simplemente porque la primera creó demasiadas expectativas, pero tiene muy pocos momentos de desperdicio. Vamos a dejarlo en que es una secuela al menos tan buena como la original, igual o más entretenida y con el mismo respeto a su universo. A cada personaje le dan espacio para brillar, y todos los fabulosos juguetes tienen su turno. Y el camino se está despejando inevitablemente para la película de Avengers.
(Sí, la escena de después de los créditos es sólo para geeks. Pero de enorme manera).
Si mantiene este nivel, Tony Stark tiene mi membresía en su expo de por vida. Luego hablamos de la Johannson...
Eso es.
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