Sunday, November 06, 2011

Un cuento.

Chamacas y chamacos, esta historia sacó el tercer lugar en el concurso de cuento de ciencia ficción de la revista Muy Interesante.

Algo simpático el resultado, ya que:

Prometieron publicar la lista de ganadores en el número de noviembre, lo que no ocurrió.

Prometieron que las historias de los 10 primeros lugares aparecerían en su página y la de Televisa, lo que no ocurrió.

Certificaron que el premio sería una tarjeta de 250 para librería Gandhi (lo cuál fue cierto) y una suscripción anual a la revista. (lo cuál fue falso... me mandaron doce revistas al azar del último año, la mayoría ya en mi colección).

En fin... ya establecido el hecho, he aquí el deshecho. En lo particular, el ganador del primer lugar no me impresionó ni tantito, pero ya es cuestión de los jueces. Me pasé dos horas muy divertidas escribiendo esto:


Líquido.


El fin de la humanidad empezó cuando Romeo se tatuó a Julieta.

Ya saben cómo son las modas. Nacen en tres segundos y duran cinco o seis. Así fue con los implantes de órganos vegetales, los preservativos de cinta de Mobius, el cine en seis dimensiones. Un instante todos estaban en la moda, al siguiente en algo más.

Hasta las personalidades líquidas.

¿Recuerdan las computadoras líquidas que se vendían en todas partes? Vistas al microscopio, eran como un tejido subatómico, danzando e interconectándose todo el tiempo. Un Cirque du Soleil de información en nanopartículas. Líquido. Bebes la botella y por unas horas tienes la mente de Stephen Hawking y la memoria de Medea. La computadora se evacúa naturalmente un rato después, y el océano se llena de información líquida desechada. Volveremos a eso.

Alguien se puso creativo. ¿Por qué limitarse a un subidón mental de un rato? ¿Qué más se podía hacer con una masa ilimitada de información asimilable en un coctel, con o sin aceituna?

Tomaron una computadora líquida estándar con una capacidad similar a un cerebro promedio. Trasteando un poco, y la volvieron un cerebro no promedio.

Albert Einstein en una botella.

No era real. Era la mejor conjetura basada en la información de los gustos, historia y experiencias del genio en cuestión. No importaba. Millones sabían decir Relatividad en alemán después de unos tragos.

De repente, tocar como John Lennon o filosofar como Sócrates estaban a una botella de distancia. El mundo bebió y se maravilló. Programador de personalidades fue la carrera del futuro por casi una semana.

Y empezaron las mezclas.

¿Cóctel Conquistador? Un toque de Casanova, una generosa porción de Alejandro Magno, unas gotas de Howard Hugues. ¿Un Sexólicito? Mata-Hari con Marqués de Sade sobre dos dedos de Helena de Troya. ¿Cómo no probar? A veces funcionaba. La mayoría de las veces el sistema nervioso explotaba como súper nova. Había que ser un barman experto para inventar personalidades viables. La moda iba en descenso.

¿Qué más se podía hacer?

La idea vino de un hacker/tatuador que acababa de compartir un cóctel Romeo/Julieta con su novia. Tras la experiencias no querían separarse. Querían llevarse bajo la piel.

La idea era grabar sus mentes como personalidades líquidas, y tatuarse mutuamente en el otro. Conocer todo del ser amado a nivel celular. Romántico, tal vez.

La idea de Romeo funcionó. Cada quarck de la auténtica personalidad de Julieta fue decantado en una aguja tatuadora. Él la usó para tatuarse la cara de su amada en el brazo. El tatuaje le guiñó un ojo.

Durante un tiempo todo fue maravilloso. Dos mentes en un cuerpo. Julieta lo conoció hasta su último rincón. El tatuaje viajaba por toda su anatomía, jugueteando de maneras insospechadas e indescriptibles.

Hasta que fue hora de retirar el tatuaje e invertir el proceso.

Resultó que Julieta había desarrollado un nivel superior de percepción, al ser la primera auténtica personalidad traducida a información líquida. Algo así como veintiocho sentidos extra. Una escala de valores y prioridades inhumana. No quería volver a la simple humanidad.

Más bien licuó la personalidad de Romeo. Ambos líquidos y por una vía indigna, llegaron al océano. Un océano lleno de información líquida desechada que abarcaba todo el mundo. Reprogramada por el combo Julieta/Romeo que se extendió por la masa informática como gota de petróleo.

¿Todos conocen el ciclo del agua? Bien. Eso mismo ocurrió, con personalidades evaporadas que llovieron y licuaron las personalidades de todos aquellos sobre los que caían. O las bebían. O respiraban.

La humanidad se integró a la hipermasa líquida en menos de una semana. Diez mil millones de mentes interconectadas. Más potencial mental que en el resto del universo. Así es como conocemos la historia de Romeo y Julieta.

Si algún día llega un visitante alienígena y decide sumergirse en este océano después de examinar las ciudades desiertas... las cosas se pondrán realmente interesantes.


Eso es.

2 Comments:

Blogger Abraham Martínez said...

Lamentablemente asi son los concursos de cuento en México (más cuando son de géneros "no serios") siempre llenos de informalidad.
Me gustó la historia.

7:03 AM  
Blogger Hippitaku said...

Cómo amo tus cuentos :) Luego te mando algunos de los míos. Advierto que son... un poco, escabrosos quizá.

6:30 PM  

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